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Los cientos de elefantes que murieron misteriosamente en el Delta de Okavango, Botswana, sucumbieron probablemente a toxinas naturales, según el departamento de vida salvaje del país.
La cercada nación Sudafricana cuenta con la población más grande de elefantes del mundo con un estimado de 130.000, de los cuales 300 han estado muriendo desde Marzo de 2020.
Las autoridades hasta el momento han logrado descartar al virus del ántrax y la caza furtiva, debido a que los colmillos de los animales fueron encontrados intactos.
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Las pruebas preliminares que se condujeron en diversos países no mostraron ser completamente concluyentes por lo que otras pruebas están siendo realizadas por el Departamento de Parques y Vida Salvaje, según aseguró Cyril Taolo, director de la organización, a AFP.
“Pero basados en algunos de los resultados preliminares que recibimos, estamos buscando una causa potencial relacionada a toxinas naturales. Hasta la fecha no hemos logrado llegar a ninguna conclusión sobre lo que podría estar causando esta mortalidad”, agregó.
Taolo explicó que algunas bacterias son capaces de producir venenos naturales, particularmente en agua estancada.
Hasta el momento el Gobierno de Botswana asegura que 281 elefantes han muerto, y algunos grupos conservacionistas independientes afirman que la cuenta ya va en los 350.
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Las muertes fueron detectadas por Elephants Without Borders (EWB), cuyos reportes confidenciales señalan la perdida de 356 animales en una declaración de prensa lanzada en Julio de este año.
EWB sospecha que los elefantes han estado muriendo por lo menos a lo largo de 3 meses, y su mortalidad no ha discriminado edad o género.
Muchos elefantes vivos han mostrado estar débiles, letárgicos y confundidos, con algunos mostrando señales de desorientación, dificultad para caminar o cojeras, según la organización.
Las investigaciones están siendo conducidas en laboratorios especializados en Sudáfrica, Canadá, Zimbabwe y Estados Unidos.
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