Está dentro de la naturaleza humana querer probar nuestros límites físicos, pero algunos de nosotros han llevado dicho impulso al extremo. Los atletas pasan gran parte de su vida entrenando sus cuerpos para nadar más rápido, saltar más alto que sus pares o comer el máximo que tu cuerpo resiste aunque suene insólito.

De acuerdo a un nuevo estudio, los participantes del mundialmente famoso Concurso de Comer Hot Dogs de Coney Island están llegando a los límites del desempeño humano, en tanto al sistema digestivo claro está.

Diseñado y conducido por el fisiólogo y fisioterapeuta James Smoliga, la investigación demuestra que una “élite” altamente entrenada de glotones podría ser teóricamente capaz de comer 84 hot dogs (perros calientes o completos) en sólo 10 minutos.

Actualmente el récord mundial lo tiene Joey Chestnut, con 75 hot dogs engullidos en sólo 10 minutos (con pan y todo).

Aunque muchas veces es considerado como un “espectáculo de entretenimiento de glotonería, Smoliga, quien trabaja en la Universidad de High Point en Carolina del Norte, Estados Unidos, argumenta que los competidores han entrenado mucho más a lo largo de los años que otros atletas.

Con 39 años de información histórica del sitio web del concurso, Smoliga usó modelos previamente establecidos de la plasticidad del estómago para determinar la mayor cantidad absoluta que un humano podría consumir en 10 minutos.

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Sus resultados demostraron que la élite de glotones de hot dogs están alcanzando un “rango de consumo activo” (ACR) 5 veces mayor que su predecesores de 1980 y, en muchas veces más que el consumidor promedio (quien en teoría debería poder comer sólo 10 hot dogs en 10 minutos).

Esta distribución de comer hot-dog crea un patrón similar a otras competencias atléticas, pero la curva es mucho más extrema.

“Esto contrasta con otras competencias maratónicas, donde el récord mundial sólo mantiene el doble de la velocidad que los atletas promedios y que aún no logra superar por 5 veces el límite individual de caminar a una velocidad de 5 km/h“, escribe Smoliga a ScienceAlert.

Con cada vez más personas entrando en ésta competencia específica y con la introducción de técnicas especializadas de entrenamiento, Smoliga descubrió una “sorprendente plasticidad” del estómago de los concursantes a lo largo de los años.

Sin embargo, ésta enorme plasticidad puede traer consecuencias perjudiciales para la salud. La habilidad de comer en grandes cantidades requiere entrenamiento, pero a diferencia de muchos otros deportes (que mejoran tu condición física), ésta práctica podría inducir una disfunción del cuerpo.

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La enorme plasticidad del estómago de estos competidores podría deberse a un vacío gástrico o a una dilatación extrema, lo que puede reducir severamente las contracciones de los músculos gástricos. 

Esta plasticidad podría ser útil en moderación, permitiendo a los carnívoros matar y comer a su presa excediendo la capacidad de su estómago de vez en cuando. Pero cuando la glotonería se practica regularmente, podría conducir a problemas serios para la salud, aunque Smoglia asegura que los efectos a largo plazo no han sido lo suficientemente estudiados. 

“Si fuese daño crónico, en vez de adaptación, el responsable de éstas capacidades estomacales extremas, se podría explicar por qué la progresión de récords excede a la de los competidores atléticos“, concluye el experto en su estudio publicado en Biology Letters

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