(Foto: Ingeniería UC) – Probablemente no lo imaginas, pero el hormigón -como el de las construcciones que están a tu alrededor- puede llegar a ser responsable de hasta el 8% de las emisiones de CO2 a nivel global.
Pensando en esa problemática, un grupo de investigadores de Ingeniería y Gestión de la Construcción de la Universidad Católica desarrolló un innovador material de nueva generación, capaz de aportar en obras más sustentables y eficientes con el medioambiente.
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Se trata de un hormigón hibrido, fabricado con cenizas volantes desechadas por las centrales termoeléctricas y que, además, incorpora pequeñas dosis de nanotubos de carbono hechos de grafeno.
Según explican sus creadores, el proyecto financiado por Fondecyt surgió del interés de dar una mano en la reducción de los contaminantes que están acrecentando la actual crisis climática.
“En primer lugar, está este anhelo de poder contribuir en la reducción de emisiones“, nos manifiesta Marcelo González, doctor en Ciencias de la Ingeniería, académico PUC y precursor de la idea.
¿Cómo funciona?
En términos simples -explica el equipo de ingenieros-, el hormigón es una mezcla de agua, agregados (arena o grava) y cemento. Este último es el que genera la mayor contribución de CO2, ya que en su fabricación requiere del uso de Clinker.
“Cuando uno calienta en el horno los materiales para generar Clinker, se generan emisiones“, detalla González en conversación con Futuro 360.
¿Qué propusieron entonces? Reemplazar el cemento por un material suplementario: las cenizas volantes que hoy son enviadas a botaderos por las termoeléctricas.
Actualmente, han logrado reemplazar hasta el 90% del cemento por ceniza volante. Para reutilizar esos desechos y evitar que produzcan posibles deterioros en las construcciones, han añadido la utilización de una minúscula cantidad de nanotubos de carbono.
“Son un refuerzo químico-físico, porque lo que nos demostró la experiencia es que, al hacer la misma formulación sin los nanotubos, el hormigón hibrido se deteriora, por lo tanto no va a ser durable“, señala el académico PUC.
En fase de experimentación
Por el momento, el hormigón híbrido sólo ha sido probado a nivel de laboratorio, por lo que no cuenta con especificaciones a escala real.
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Eso sí, según el equipo de ingenieros, los ensayos y propiedades mecánicas evidenciadas hasta ahora indicarían que debería tener un comportamiento equivalente al de un hormigón estructural, pero, con una huella de carbono muchísimo menor.
De hecho, los resultados del proyecto Fondecyt establecen que la huella de carbono podría bajar entre un 25% a 35%, dependiendo de la formulación
“Esto nos abre la ventana de explorar de forma concreta la reutilización de materiales que hoy son descartados y que Chile produce en una cantidad muy significativa“, concluye González.
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