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La radiación en el espacio exterior es una de las preocupaciones más grandes para la integridad de los astronautas. De ahí los característicos trajes, que los protegen de niveles radiactivos que los humanos sencillamente no podemos tolerar.
Por eso y en la búsqueda de alternativas para entregar mayor protección , investigadores de la Universidad de Carolina del Norte y la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, decidieron experimentar con hongos que han crecido en las tierras aledañas a los reactores nucleares de Chernobyl, al norte de Ucrania. Lugar donde en abril de 1986, ocurrió el peor desastre nuclear de la historia.
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Los científicos creen que estos hongos expuestos a más de 30 años de radiación, pueden ser la clave para proteger a los astronautas en el espacio. Los detalles de esta particular y novedosa investigación, fueron publicados este mes en la revista bioRxiv.
“En busca de innovadores escudos de radiación, la biotecnología tiene ventajas únicas. Tales como la idoneidad para la utilización de recursos in situ, la autoregeneración y la adaptabilidad. Ciertos hongos prosperan en ambientes de alta radiación en la Tierra, como el radio de contaminación de la central nuclear de Chernobyl“, escribieron en el informe preliminar del estudio.
Tecnología clave si consideramos el renacer por la carrera espacial, y las misiones que este mes, ya se dirigen a Marte. La NASA y la ESA planean enviar respectivas misiones tripuladas hacia el planeta rojo, y han estado desarrollando prototipos de trajes para que sus equipos emprendan la tarea con seguridad.
Los análisis preliminares indican que los hongos no solo soportan grandes niveles de radiación, sino que también pueden sobrevivir a la exposición constante y prosperar. Además, otro aspecto notable es que han desarrollado la capacidad de absorber radiación y convertirla en energía para su propio uso.
Pero de las palabras a los hechos, hay un largo trecho, y por eso el equipo de indagación acordó con la NASA, enviar una muestra de uno de los tipos de hongos encontrados en Chernobyl, el cladosporium sphaerospermum, a la Estación Espacial Internacional.
Cuando la EEI tuvo las muestras en su poder, los astronautas hicieron un seguimiento para observar cómo reaccionaba la especie con hongos versus la muestra de control, sin hongos.
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Durante 30 días, el experimento fue monitoreado con un detector de radiación. Al cabo de ese tiempo, hallaron que la muestra con hongos redujo los niveles de radiación que ingresan a través de la placa en aproximadamente un 2%, en comparación con el lado de control.
Desde luego, esa proporción no es suficiente como escudo de seguridad contra la radiación, pero el experimento sirve como un indicador de lo que podría hacer con las propiedades hongos reactivos. La idea que plantean los investigadores es que un cohete que transporte astronautas, por ejemplo a Marte, podría llevar una pequeña cantidad de hongos con ellos y estos serían capaces de reproducirse.
Sería como cultivar estos hongos en una estructura de escudo y permitir que se espese, ofreciendo quizás una capa de protección “natural” y de bajo costo.
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