En algún lugar del planeta, existen personas que se levantan naturalmente entre las 3 y 5 de la madrugada, no necesitan 10 minutos extra de sueño los fines de semana, y a pesar de sentirse algo somnolientos en los eventos nocturnes, se desempeñan bastante bien su vida laboral.
De acuerdo a una investigación publicda en la revista Sleep, esta élite de dormidores no son tan raros como se pensaba, y deberían agradecer a sus genes por sus hábitos de sueños.
El principal autor de este estudio, Louis Ptacek de la Universidad de Californa San Francisco, investiga la genética del ritmo circadiano – los ciclos de 24 horas que gobiernan un rango completo de procesos en el cuerpo, tales como cuando te sientes cansado o hambriento.
En 1999, Ptacek descubrió por primera vez que 29 personas, de 3 familias diferentes, tenían hábitos naturales de levantarse temprano. Pero su estudio más reciente muestra que las personas con estos extraños ciclos circardianos que los conducen a despertar extremadamente tempranos son más comunes de lo que creía.
Basado en su trabajo más reciente, estima que una de cada 300 personas podría tener las marcas genéticas de la “fase avanzada del sueño” (ASP), lo cual significaría que son “madrugadores extremos”.
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Estima que una de cada 475 personas tienen ASP-Familial (FASP), lo que significaría que los genes para esta condición corren en la sangre de sus familias.
“Lo que mostramos en esta investigación es que cuando observamos a los madrugadores más fuertes, tiende a ser una condición familiar“, Ptacek afima para Inverse.
¿Qué se siente ser un madrugador extremo?
Mientras envejecemos, la mayoría de las personas comienza a levantarse más temprano, afirma Ptacek.
Pero en este estudio, el equipo sólo evaluó a personas que comenzaban a levantarse naturalmente temprano (entre 3 y 5 de la mañana) antes de llegar a los 30 años, lo que los hace más propensos a contar con FASP.
Para establecer quienes podrían ser madrugadores extremos, los expertos recomendaron preguntar dos interrogantes: “En un fin de semana largo o vacaciones, con pocas o nada de obligaciones, ¿A qué hora te acuestas? y ¿A qué hora despiertas?
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Aquellos madrugadores extremos, en promedio, se aferraron a rígidos horarios de sueño, tanto en semanas como fines de semana, y reportaron sentirse más activos cuando recién despertaban.
Durante los fines de semana, sólo dormían de 5 a 10 minutos más. En comparación, el “cronotipo convencional” (soñadores normales), duerme de 30 a 38 minutos más los fines de semana.
En una población de 2422 personas que buscan tratarse en una clínica del sueño, Ptacek identifico 12 casos de madrugadores extremos que calzaban con el perfil del ASP y 5 que concordaban con el de FASP; todos ellos tenían algun familiar de primer grado que mantenía las mismas horas de sueño que ellos.
Algunos de estos madrugadores extremos prosperan con estas horas extras de estar despiertos. Ptacek describe a uno como “un hombre de negocios bastante exitoso”, quien es parte de una familia de madrugadores. “Se siente virtuoso por levantarse temprano y realizar montones de trabajo antes de que tu o yo despertemos”, agrega el experto.
Pero notodos se sienten vigorizados por el estilo de vida madrugador. Una miembro de la familia de dicho “hombre de negocios”, describió aquellas horas extra como “frías, oscuras y solitarias”.
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En la investigación los autores advirtieron que los madrugadores extremos podrían dormir menos horas de las que requieren para cumplir obligaciones familiares, de trabajo o sociales – por lo que puede ser una espada de doble filo.
Aún así, comparados a las “aves nocturnas”, es decir las personas que funcionan mejor de noche, Ptacek afirma que los madrugadores tienen una vida mucho más fácil.
Madrugadores versus “aves nocturnas”
Lo opuesto a estos madrugadores son las aves nocturnas, quienes muchas veces luchan para dormir antes de la madrugada. Estos hallazgos muestran que ser un madrugador extremo es una cuestión familiar, y hay algo de evidencia que sugiere que sería lo mismo para las aves nocturnas – aunque el equipo no se refirió a esa idea en específico en este estudio.
Ptacek miró al ritmo circadiano como un fenotipo, la expresión física de un gen en una característica – los ojos café, son un fenotipo por ejemplo.
“Mientras más extremo es un fenotipo, sea lo que sea, es más probable que sea un gen fuerte”. Algunas aves nocturnas podrían caer también en lado extremo de los genes, lo que sugiere un componente genético fuerte.
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Sin embargo, Ptacek añade que son una demografía más difícil de estudiar, ya que sus problemas tienen más que ver con la sociedad que con la genética.
Por ejemplo, las aves nocturnas tienden a quejarse mucho más sobre su calidad del sueño a diferencia de los madrugadores, ya que usualmente son despertados mucho antes de lo que su reloj biológico les pide.
Ya sabemos que vivir “de-sincronizados” con nuestros relojes biológicos puede causar problemas a la salud, esto basado en estudios con trabajadores de turno nocturno, quienes viven y trabajan durante sus “noches biológicas”.
Estas investigaciones arrojaron resultados negativos, como que los trabajadores nocturnos tienen más altos riesgos de desarrollar cáncer de mamas y obesidad. Las aves nocturnas, como dichos trabajadores, están viviendo fuera de sincronía con sus ritmos naturales.
Afortunadamente para los madrugadores, sus extraños ritmos biológicos encajan con los horarios laborales y escolares. Quizá algunas de las personas que salen de su casa en la mañana sintiéndose como unos ganadores deberían agradecerle a su ADN.
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