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Las nubes (o penachos) de polvo son un fenómeno natural, parte del ciclo de nutrientes de la Tierra. Estas ocurren cuando vientos de alta velocidad, levantan pequeñas partículas secas de la superficie de nuestro planeta, y las arrastran a través distancias. Todos los años, durante nuestro invierno, material particulado del desierto africano del Sahara viaja cruzando el Océano Atlántico.
Normalmente no son tan grandes, y en muchas ocasiones, se hunden al entrar en contacto con el mar. Pero un gigantesco penacho de polvo, logrará arribar al Continente Americano.
Satélites han estado observando cómo la nube avanza y crece. Las naves centinela de ESA, ha rastreado para lograr apreciar su magnitud; tan grande que le apodaron como “Godzilla”.
El nombre meteorológico de la nube es la “Capa de Aire del Sahara” (SAL por sus siglas en inglés). Ésta inicia su periodo de formación hacia finales de la primavera y comienzos del otoño del hemisferio norte, donde fuertes vientos recogen el polvo y lo arrastran por el aire hacia el mar.
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Si las condiciones son propicias, el material puede ser transportado hasta la capa superior de la troposfera, para luego ser arrastrada hacia el Caribe o los Estados Unidos, logrando recorrer un total de 8 mil kilómetros.
Los registros del fenómeno datan de hace unos 20 años, y el de ahora ha sido catalogado como el más grande (hasta la fecha). La Organización Meteorológica Norteamericana (NOAA) asegura que este fenómeno es de 60 a 70% más grande que el promedio.
Diferentes agencias espaciales lo han captado, dejando espectaculares imágenes de un fenómeno que pareciera ser ominoso.
Sin embargo, la nube podría traer buenas noticias. De acuerdo al NOAA, estas grande nubes de polvo son capaces de inhibir la formación de huracanes. Además pueden prevenir que algunos de estos frentes se fortalezcan, reduciendo su capacidad destructiva.
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El polvo también es una fuente importante de nutrientes para el fitoplancton; las pequeñas plantas marinas, que flotan cerca de la superficie del océano. Estos pequeños seres vivos son cruciales para la cadena alimenticia, ya que son fotosintéticos, por lo que consumen el carbono de la atmósfera para producir oxígeno.
El evento climático también logra rellenar los nutrientes de lugares tan lejanos como el Amazonas. Las frecuentes y fuertes lluvias, hacen caer dichos nutrientes esenciales. Sin estas pequeñas partículas, la selva sudamericana no podría ser uno de los ecosistemas más complejos y completos del planeta.
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