Donan fósiles de Chilesaurio al Museo Nacional De Historia Natural - (03:21)
Cuando un joven caimán, similar a un cocodrilo, mordió la pierna de un perezoso de tierra hace 13 millones de años cerca del río Napo en Perú, dejó 46 marcas de diente como evidencia.
Ahora, un grupo de investigadores fue capaz de reconstruir la escena del ataque luego de analizar el hueso de la pierna del desafortunado animal.
De hecho, este caimán contaba con una fuerza de mordida de siete toneladas, cuatro veces más fuerte que la mascada más poderosa registrada en el reino animal, según afirmó el autor del estudio Rodolfo Salas-Gismondi.
La siguiente mordida más fuerte proviene de los cocodrilos de agua salada modernos, Crocodylus porosus, la cual llega a unas impresionantes 1,6 toneladas.
“La mordida era tan poderosa que muchos dientes perforaron la tibia, haciendo colapsar grandes porciones del hueso cortical”, agregó Salas-Gimondi, paleontólogo del laboratorio de BioGeoCiencias Heredia de la Universidad Peruana de Cayetano. “El perezoso no sobrevivió”, agregó para CNN.
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La evidencia fósil muestra la particular relación entre los depredadores amazónicos y sus presas, además de los ambientes que rodeaban al río Amazonas en Sudamérica hace millones de años.
“La tibia descubierta en la Amazonía Peruana es la primera de un mamífero cargando dientes de un cocodrilo y por lo tanto, se transforma en una evidencia crucial para entender las dinámicas de los ecosistemas ancestrales”, agregó Salas-Gismondi.
“Esta es una fotografía poco habitual del comportamiento de unos de los depredadores marinos más grandes desde la extinción de los dinosaurios no-aviares. Hemos recuperado miles de huesos de estas localidades amazónicas y, hasta ahora, la tibia de este perezoso es la única con marcas de dientes que hemos encontrado”, agregó el experto.
El fósil de la tibia dañada de perezoso fue descubierta en 2004 por François Pujos, coautor del estudio y paleontólogo especializado en la evolución de los perezosos de tierra del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales en Mendoza, Argentina.
El experto recolectó la tibia, intrigado por las marcas de dientes en el hueso, pero él y sus compañeros investigadores no estaban seguros de qué había causado el daño. Poco se sabía en el momento sobre los animales que vivían en esa área durante la época en que estos perezosos estaban vivos.
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Por esto, el fósil fue guardado en el departamento de palentología de vertebrados del Museo de Historia Natural-UNMSM en Lima, donde Salas-Gismondi trabaja como curador.
El equipo incluyó científicos franceses, peruanos y estadounidenses que estudiaron la formación del área de Pebas por 15 años, aprendiendo sobre los animales que alguna vez deambularon allí a través de los huesos que dejaron.
Los lagos y pantanos sirvieron como el hábitat perfecto para que antiguos cocodrilos y caimanes de entre 11 y 20 millones de años atrás, por lo que el equipo se dio cuenta en 2019 que “ya sabían quién había matado al perezoso”.
“Descubrimos que las marcas de dientes en la tibia coincidían con la anatomía y dentadura del depredador más grande del Sistema de Pebas, el caimán gigante Purussaurus”, agregó Salas-Gismondi.
El estudio fue publicado en la revista Biology Letters.
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