Un nuevo estudio afirma que el contenido anti vacunatorio en Facebook se extiende más allá del ya desmentido mito de que las vacunas causan autismo.
En su lugar, un grupo de investigadores encontró 4 tipos de información falsa que podría hacer dudar a los padres de vacunar a sus hijos.
Los hallazgos de Brian Primack, profesor de la Universidad de Pittsburgh, publicados en la revista científica Vaccine, sugieren que no existe una aproximación monotemática de la pandemia de “antivaxers”.
Primack afirma que entender por qué los padres se resisten a proteger a sus hijos contra enfermedades evitables va a ser clave al momento de combatir el rebrote de enfermedades ya extintas.
Históricamente, la retórica del movimiento antivacunas se ha enfocado en esparcir el miedo acerca del autismo, a través de un estudio fraudulento del ex investigador Andrew Wakefield.
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A pesar de que dicho documento ha sido retirado de las publicaciones científicas y que nuevas investigaciones demuestren que no existe ningún vínculo entre vacunas y autismo, la desinformación se sigue esparciendo a través de 4 focos fundamentales.
Estos son: desconfianza en las agencias de ciencia y el gobierno, miedo a riesgos de seguridad, la creencia en teorías conspirativas y el apoyo a tratamientos medicinales alternativos.
Los investigadores afirman que las mismas historias y videos son reciclados en diferentes grupos de antivaxers.
Los hallazgos hacen sentido al experto en vacunas Peter Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical de la Universidad Baylor de Medicina -Estados Unidos-.
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“Comenzó enfocándose en el autismo, pero ahora se está extendiendo a otras áreas”, afirma Hotez para The Verge. “Esto confirma el importante rol que ha tenido Facebook en promover al movimiento anti vacunas“, agrega.
Jeff Hancock, director del Laboratorio de Redes Sociales de Stanford, está menos convencido que este estudio demuestre la culpabilidad de Facebook en el asunto.
“No creo que nos diga mucho sobre el papel que están jugando las redes sociales. Creo que nos habla más de los individuos, lo cual es muy valioso“, declara Hancock.
La idea del estudio comenzó con una seguidilla de comentarios anti vacunatorios en un video educativo sobre la vacuna al virus del papiloma humano, lo cual podría prevenir ciertos tipos de cáncer.
Un mes después de que la clínica Kids Plus Pediatrics en Pittsburgh publicara el video en Facebook, comentarios “claramente antivaxers” -como lo llaman los investigadores- inundaron el sitio.
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Estos incluían opiniones amenazantes y extremistas tales como “arderás en el infierno por matar bebés“, o “les lavaron el cerebro“. Después de 8 días, la ola de comentarios antivacunatorios se dispersó.
Un equipo de investigadores liderados por Beth Hoffman, una asistente del Centro de Indagación en Tecnología Mediática y Salud, quería entender quiénes eran las personas que comentaban y que los motivaba a hacerlo.
“No todos los que se preocupan por las vacunas lo hacen por los mismos motivos”, afirma Hoffman. “¿Cómo podemos crear mensajes a favor de la vacunación que sean comprendidos por estos 4 tipos de creencias?“, agrega.
Hoffman y sus colegas analizaron los 8 días de comentarios. Al haber cerca de 800 diferentes perfiles, decicieron tomar una muestra 197 comentarios al azar para investigarlos en profundidad.
Ingresaron a las páginas personales de estas personas para encontrar información sobre edad, pronombres de género, afiliaciones políticas o si eran padres. Incluso indagaron en sus fotos, vídeos o enlaces de hace más de dos años.
El equipo encontró que estos perfiles antivacunatorios estaban esparcidos a lo largo de más de 9 países y en más de 36 estados de EE.UU.
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De los 55 perfiles con afiliaciones políticas obvias, 31 de ellos (56%) apoyaba a Donald Trump, y 6 de ellos a Bernie Sanders (11%).
Pero a pesar del amplio margen geográfico y las diferencias de opiniones los perfiles compartían características en común.
La mayoría por ejemplo, eran padres. Además se identificaban como mujeres, lo cual es interesante ya que la propaganda antivacunatoria está generalmente dirigida a la demografía maternal.
La mayoría también compartía contenido similar a lo largo de los 2 años de análisis de contenido, con puntos que se sobreponían. Por ejemplo, 73% de las publicaciones anti vacunatorias afirmaba compartir información “científica” sobre los peligros de las vacunas.
71% advertía sobre supuestas conspiraciones, y 69% afirmaba que las vacunas empeoraban la salud.
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Cuando los investigadores realizaron un análisis para clasificar a las personas se obtuvieron 4 perfiles específicos.
Las personas que creen en los tratamientos homeopáticos, como por ejemplo tratar al virus del papiloma humano comiendo yogurt. Otro grupo estaba preocupado de la seguridad y la moralidad del proceso vacunatorio.
Un tercer grupo avalaba las libertades civiles y desconfiaba de la ciencia. Y un cuarto grupo promovía teorías conspirativas, como por ejemplo de que el virus de la polio no es real.
Si bien se puede afirmar que esta investigación no es tan profunda ya que sólo analizó 197 perfiles, es un primer paso para entender al grupo de personas que se opone a las vacunas.
De esta forma, las campañas preventivas en contra de la desinformación pueden ser más efectivas y enfocarse en los intereses de dichas personas, para así cambiar su opinión y detener el rebrote de enfermedades antes extintas.
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