Sólo 30 minutos de ejercicio todas las mañanas puede ser tan efectivo como un medicamento para mejorar la circulación sanguínea por el resto del día.
Un estudio descubrió que una corta caminata todas las mañanas tiene efectos a largo plazo, además de beneficios adicionales por continuar el movimiento suave durante el día.
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El experimento contó con 35 mujeres y 32 hombres de entre 55 y 80 años. Estos siguieron 3 planes diarios diferentes, en un orden aleatorio, con al menos 6 días entre cada uno.
La primera rutina consistía en sentarse ininterrumpidamente durante 8 horas, mientras la segunda consistía en una hora en una silla antes de 30 minutos de caminata en una trotadora en una intensidad intermedia, seguida de 6.5 horas de descanso.
El último plan es similar al segundo, pero interrumpía el descanso final cada media hora para realizar una caminata ligera.
El estudio fue realizado en un laboratorio para estandarizar los resultados, y tanto hombres como mujeres comieron lo mismo durante el día y el anterior.
Michael Wheeler y sus colegas de la Universidad de Western Australia descubrieron que la presión sanguínea era más baja en los participantes de las rutinas de ejercicio comparada a los que se mantuvieron en reposo.
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El efecto era especialmente notorio en la presión sistólica, la cual mide el flujo en los vasos sanguíneos cuando el corazón late. Esta entrega mejores indicios de problemas al corazón que su contra parte diastólica, que mide la fuerza ejercida por las arterias cuando el corazón descansa.
Las mujeres se vieron más beneficiadas que los hombres en la rutina donde se debía caminar 3 minutos cada media hora.
El equipo no sabe por qué existe una diferencia de género, pero piensan que puede ser producto a variantes en las respuestas adrenalínicas con respecto al ejercicio, además de que las mujeres del estudio estaban en un periodo post-menopáusico y, por lo tanto, con una mayor posibilidad de contraer enfermedades cardiovasculares.
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“Tanto para hombres como para mujeres, la magnitud de la reducción en la presión sistólica promedio después de ejercitarse y descansar adecuadamente se acerca a lo que los resultados que se esperarían de cualquier medicamento en contra de la hipertensión“, declaró Wheeler para The New Scientist.
El estudio entrega una gran cantidad de evidencia para demostrar que la actividad física puede ayudar a reducir la alta presión sanguínea, además de reducir el riesgo de accidente cerebro y cardio-vasculares.
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