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La gula es uno de los siete pecados capitales, según las enseñanzas del cristianismo. Pero, comer en exceso es algo que a casi todas las personas les habrá pasado al menos una vez en la vida. La tentación de seguir ingiriendo alimentos y bebidas más allá de la saciedad puede desencadenar algunos problemas de salud.
Se sabe que casi cualquier cosa en exceso es dañina y cuando se trata de comida y bebida parece obvio, incluso es una recomendación médica general comer sano y en porciones adecuadas a cada organismo. Pero, ¿cómo se comporta nuestro cuerpo cuando pasamos los límites? es algo de lo que poco se sabía hasta ahora.
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Justamente, esto fue lo que buscó entender mejor el equipo que lideró una nueva investigación en la que estudiaron la reacción orgánica de un grupo de hombres adultos ante diferentes niveles de ingesta calórica. El estudio fue desarrollado por investigadores de la Universidad de Cambridge y se publica en la edición de agosto de la Revista de Británica de Nutrición.
La investigación resalta porque es la primera que analiza los efectos inmediatos de una elevada ingesta calórica puntual, a diferencia de otros estudios previos que, usualmente, se concentran en los efectos sobre la salud a largo plazo de comer en exceso calorías, como mayor almacenamiento de grasa, control endocrino deficiente y cambios en el tejido graso, entre otros.
La sabiduría popular dice que “una vez al año, no hace daño”, pero cuando se trata de la salud, es mejor tener precaución y saber exactamente si las esporádicas comilonas pueden tener efectos en nuestro cuerpo. Esto es lo que el grupo de Cambridge evaluó.
En 2017, otro estudio evaluó los efectos del consumo de grasas en exceso durante un período de 24 horas y halló que los atracones de un día pueden tener algunas consecuencias negativas para nuestra salud, como el aumento de las concentraciones de azúcar en la sangre.
Pero, ¿qué pasa cuando nos excedemos en una sola comida una sola vez? Para responder a esta pregunta, los investigadores evaluaron “las respuestas metabólicas, endocrinas, del apetito y del estado de ánimo a una ocasión máxima de comer en catorce hombres que completaron dos ensayos en un diseño cruzado aleatorio”, dice el informe del estudio.
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Los 14 hombres, entre 22 y 37 años, comieron pizza en dos ocasiones en el marco del experimento. La primera vez, se les pidió que ingirieran las porciones necesarias hasta quedar saciados. Según el estudio, esto representó un promedio de unas 1.500 calorías, o casi una pizza grande por persona.
En la segunda vuelta, otro día, se les invitó a comer toda la pizza que pudieran incluso después de sentir la sensación de saciedad, es decir hasta que ya no pudieran más. En general, pudieron comer el doble que la primera vez, unas 3.000 calorías aproximadamente. Pero, indica el estudio, algunos fueron incluso más allá y consumieron hasta 4.800 calorías, lo que equivale a dos pizzas grandes y media.
Tras cada experimento, los autores fueron midiendo cómo comer en exceso afecta el metabolismo en las horas posteriores a la comida. Para ello, tomaron muestras de sangre durante las cuatro horas siguientes, contadas desde que comenzaron a comer. La idea era determinar cómo iba reaccionando el cuerpo a medida que recibía más y más calorías.
En este grupo de hombres jóvenes y sanos, para sorpresa de los investigadores, la excesiva ingesta no alteró significativamente los niveles de azúcar y grasa en la sangre de forma inmediata, lo que indica que los sujetos de estudio tenían un metabolismo saludable capaz de mantener el azúcar y la grasa en la sangre en un rango normal, pese al exceso.
Otro dato importante, es que el estudio arrojó que durante esta “agresión” al sistema digestivo, el cuerpo respondió liberando hormonas en el intestino y el páncreas, como la insulina, para ayudar al organismo a regular los niveles de azúcar en la sangre. También observaron que la frecuencia cardíaca aumentó, y esta es una señal de que el cuerpo estaba trabajando extra para poder procesar las grandes cantidades de calorías que recibía.
No solo la respuesta fisiológica fue evaluada, los autores también analizaron el estado de ánimo de los participantes. Fueron consultados tras las comidas, sobre las sensaciones de saciedad, somnolencia y antojos de ciertos tipos de alimentos.
Por lo general, tras las comidas, solemos tener “espacio” para el postre. Pero, en este estudio, los consultados manifestaron poco deseo de comer cualquier tipo de alimento, incluidos dulces o postres, hasta cuatro horas después de la ingesta de comidas. Además, manifestaron cansancio y somnolencia tras comer más allá de la saciedad.
“Hubo marcadas diferencias en el apetito y el estado de ánimo entre los ensayos; la alimentación máxima provocó un aumento prolongado del letargo“, escribieron en el documento de la investigación.
Los autores resaltan el hecho de que sus mediciones se limitaron a cuatro horas desde el inicio de las comidas, porque su objetivo era determinar la reacción inmediata del organismo. Por lo que, señalaron que la misma evaluación más allá de las cuatro horas, probablemente, daría un resultados diferente.
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Los resultados apunta a que una sola comida en exceso no causa daños significativos en pacientes jóvenes y sanos, como los que participaron en el estudio, sin embargo, alertaron que comer en exceso repetidamente durante 24 horas sí causa efectos en la salud.
“Los hombres sanos tienen la capacidad de comer el doble del contenido energético necesario para lograr una sensación de plenitud confortable en una sola comida. La glucemia posprandial está bien regulada después de una ingesta excesiva inicial, y probablemente contribuya la insulinemia posprandial elevada”, concluyeron.
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