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Un grupo de investigadores reveló que las personas con una mutación genética que incrementa el riesgo de padecer demencia también son más propensas a sufrir los efectos más graves del COVID-19.
El estudio es el último en sugerir que los genes podrían explicar por qué algunas personas son más vulnerables al coronavirus que otras, además de indagar en el por qué las personas con demencia han sido las que más han fallecido por coronavirus en Inglaterra y Gales.
“No es sólo la edad. Este es un ejemplo de cómo una variante genética específica causa vulnerabilidad en ciertas personas”, aseguró David Melzer, profesor de epidemiología y salud pública en la Universidad de Exeter y coautor del estudio.
Publicado en la revista Journal of Gerontology: Medical Sciences, Melzer y sus colegas escribieron un reporte sobre cómo analizaron información del Banco Biológico del Reino Unido, una reserva que recolectado datos genéticos y sobre la salud de cerca de 500 mil voluntarios de edades entre 48 y 86 años.
El equipo se enfocó en un gen llamado ApoE, que “es una secuencia de ADN ubicada en el cromosoma 19 que codifica para una proteína denominada apolipoproteína E, la cual es esencial para el catabolismo de las lipoproteínas ricas en triglicéridos. También tiene participación en el desarrollo de las enfermedades coronarias, alteraciones de la cognición y la predisposición a la enfermedad de Alzheimer”, aseguró a Futuro360 Catherine Díaz, genetista de Clínica Santa María.
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Éste sería “esencial para el metabolismo de las lipoproteínas ricas en triglicéridos, un tipo de grasas que están disueltas en la sangre”, agregó la neuróloga de la Clínica Vespucio, Evelyn Benavides.
“Por ello, las ApoE han sido reconocidas por su importancia en el metabolismo de las lipoproteínas y su papel en las enfermedades cardiovasculares. Recientemente se ha estado estudiado a las ApoE en diversos procesos biológicos no asociados al transporte de las lipoproteínas, incluyendo la enfermedad de Alzheimer y las rutas de regulación inmunológicas y en el aprendizaje”, precisa la especialista.
La investigación descubrió 9.022 de casi 383.00 participantes del “BioBanco” de ascendencia europea tenían dos copias de la variante e4, mientras que más de 223.000 contaban con la variante llamada e3. La primera, asegura el equipo, aumenta 14 veces la posibilidad de padecer de demencia que la segunda.
El equipo luego indagó en los casos positivos de COVID-19 de entre el 16 de marzo y el 26 de abril, periodo en que gran parte de los casos registrados fueron graves y dejaron a cientos de personas hospitalizadas en el Reino Unido.
Los resultados revelaron que 37 personas que dieron positivo para COVID-19 tenían dos copias de la variante e4 del gen ApoE, mientras que 401 presentaban dos copias de la variante e3.
Luego de tomar en cuenta los diversos factores, incluyendo la edad el sexo, el equipo afirmó que las personas con las dos variantes de la e4 corren más del doble del riesgo de sufrir un cuadro grave de COVID-19 que aquellas con las e3. Asimismo, los expertos aseguraron que el riesgo se mantuvo en estas personas incluso cuando no contaban con una demencia diagnosticada.
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“La asociación se mantuvo incluso cuando descartamos las enfermedades relacionadas a esta variante. Al parecer se reduce a los genes, ya que no fue conducida por la demencia”, apuntó Melzer.
Existen diversas investigaciones que relacionan la genética con el COVID-19. “Estudios en gemelos para demostrar heredabilidad, estudios de asociación, de genotipado, etc. Existen múltiples proyectos e iniciativas en todo el mundo que buscan determinar el papel que tiene la genética en la variabilidad de respuesta ante el coronavirus”, apunta Díaz.
Sin embargo, este “estudio sólo sugiere que los individuos que poseen dos copias de la variante e4 de ApoE tendrían más riesgo de Covid-19 grave v/s que aquellos con dos variantes de e3. Sin embargo, es sólo una relación pues se necesita más investigación para demostrar que esta hipótesis es correcta y a la vez sirva para el desarrollo de tratamientos efectivos contra el COVID-19”, precisa la especialista.
Aún así, Díaz concluye que la investigación se transforma en un aporte ya que sugiere que la genética cumple un rol en la expresividad variable de los síntomas producidos por el COVID-19, abriendo la puerta a investigaciones futuras.
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