Animales mantienen distanciamiento social - (00:57)
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En las lejanas tierras del noreste de Groenlandia, los bueyes almizcleros cruzan lentamente la tundra. Siendo criaturas árticas, necesitan almacenar suficiente energía como para sobrevivir a frías y oscuras noches. Por lo que cuando llega el verano, comen como si su vida dependiera de ello -de hecho, así es. 

Sus vidas son tan extremas que científicos se preguntaron si estos animales cuentan con relojes circadianos. 

La mayoría de las criaturas del planeta, viven enlazados al ciclo diario de luz y oscuridad. Hay un momento para comer, otro para dormir, otra para la digestión y así, suma y sigue. 

Científicos creen que los relojes internos de 24 horas ayudan a maximizar la supervivencia de un organismo, haciendo que ahorra energía en los momentos de los días, meses y años, donde escasea la comida. Y la evolución, claramente, ha favorecido este método –  ya que la mayoría de las formas de vidas cuenta con ciclo circadiano. 

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Sin embargo, las largas noches del invierno ártico y sus interminables días de verano son bastante diferentes de las condiciones del resto del mundo. Investigadores reportaron en un paper publicado en Royal Society Open Science, que los bueyes almizcleros parecen no seguir un patrón diario y anual. 

Los ciclos más prominentes en su comportamiento son aquellos que se alternan entre pastorear y digerir, los que se repiten cada ciertas horas, y en algunas ocasiones son abandonados cuando el sol no se oculta durante el verano. 

“Usamos collares de GPS para rastrear a 19 bueyes almizcleros salvajes por tres años”, afirmó Floris van Beest, un ecólogo ártico de la Universidad de Aarhus en Dinamarca y uno de los autores del texto para The New York Times

Manteniendo un registro del movimiento de los animales, pudieron realizar un rastreo de si los animales estaban comiendo, descansando o moviéndose de un área a otra a través de largas distancias. 

Luego, chequearon para corroborar si existían patrones en todos estos comportamientos – si es que los repetían y con que frecuencia. 

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“No encontramos ningún ritmo circadiano fuerte”, agregó van Beest, lo que hace parecer que estos animales no repiten rutinas de 24 horas. 

En vez de eso, los bueyes pasaron viajes exploratorios que duraban menos de 12 horas. Sus ritmos también fueron diferentes en el invierno que en el verano. Algunos de los almizcleros pierden completamente sus patrones en los meses más soleados y comiendo más frecuentemente, pero de forma mas aleatoria. 

Para la sorpresa de los investigadores, si los bueyes mantenían su comportamiento rítmico dependió de la calidad de la comida del sector donde se encontraban. En aquellos lugares con un follaje exuberante, los animales no mantuvieron sus patrones y viceversa. 

La investigación, concluyó que mantener un ritmo ayuda a los bueyes almizcleros a maximizar la energía que usan cuando la comida es escasa, sin embargo, este se regiría en horas y no en días. 

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