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Los síntomas de la falta de sueño son conocidos universalmente: cansancio, fatiga, dificultad al momento de concentrarse e irritabilidad. En casos extremos las personas pueden experimentar desorientación, paranoia y alucinaciones.
La privación del sueño prolongada y total, puede ser fatal. Mientras este tipo de muerte se ha reportado en humanos en algunas ocasiones, un estudio de Chicago, Estados Unidos, conducido en ratas de laboratorio en 1998 demostró que una falta total de sueño conduce inevitablemente a la muerte.
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A pesar de décadas de estudio, una importante pregunta sigue sin ser respondida: ¿Por qué para vivir necesitamos dormir?
Ahora, un estudio de la Escuela de Medicina de Harvard identificó un enlace entre la falta de sueño y la muerte prematura. En un estudio realizado en moscas de la fruta, publicado en Cell, un grupo de investigadores descubrió que las muertes por privación del sueño siempre se provoca por la acumulación de moléculas conocidas como especies oxígeno reactivas (ROS por sus siglas en inglés) en el intestino.
“Las especies reactivas de oxígeno son moléculas que se producen a nivel celular en todos los seres vivos producto de una reacción entre el oxígeno y los electrones, estas moléculas a niveles intermedio actúan a nivel fisiológicos afectando el funcionamiento del cuerpo catalizando funciones moleculares que permiten el correcto funcionamiento de los sistemas”, aseguró Marina Becerra, gastroenteróloga de Clínica Dávila. “Sin embargo, se ha observado que si hay niveles muy bajos de estas moléculas no puede existir el funcionamiento celular y por lo tanto los organismos mueren. Cuando hay exceso, es decir un nivel más alto que el indicado, se produce una sobredosis con consecuencias fatales productos de un daño celular muy importante debido al exceso de radicales libres”, agregó.
Cuando a los insectos que participaron de la investigación se les entregó compuestos antioxidantes que eliminan el ROS del tracto digestivo, las moscas sobrevivieron y continuaron su vida normal, sin la necesidad de dormir. Experimentos adicionales en ratones confirmaron que estas moléculas se juntan en el intestino cuando no se duerme adecuadamente.
Los hallazgos sugieren la posibilidad de que los animales pueden sobrevivir sin la necesidad de dormir bajo ciertas circunstancias. Los resultados abren nuevos ramas de estudio para entender las consecuencias completas que trae la privación el sueño, para algún diseñar formas en que el humano no sufra los efectos de un mal descanso.
“Tomamos un acercamiento neutral e investigamos a través del cuerpo para encontrar indicadores de daño por la falta de sueño. Nos sorprendimos cuando nos dimos cuenta que el intestino juega un rol fundamental en las muertes por falta de sueño”, aseguró Dragana Rogulja, una de las autoras de la investigación y neurobióloga del Instituto Blavatnik de la Escuela de Medicina de Harvard en un comunicado.
Los científicos han estudiado por un largo tiempo un fenómeno que parece fundamental para la vida, pero que sin embargo no logrado descifrar por completo la necesidad del sueño.
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“La falta crónica de sueño produce un estado llamado ‘deuda de sueño’”, lo cual implica un aumento en la producción de sustancias inflamatorias en los vasos sanguíneos.
Esto aumenta el riesgo de infartos al cerebro y al corazón, aumento de peso, problemas en el manejo de la diabetes, alteraciones en la tiroides, disminución de los procesos de defensa contra microorganismos, riesgo de algunos tipos de cáncer, y aumento de la mortalidad en general”, dijo la doctora Evelyn Benavides, neuróloga especialistas en trastornos del sueño de la Clínica Vespucio.
“Lo ideal en un adulto son entre 7-9 horas por noche, los niños en edad escolar 9-10 horas por noche y los adultos mayores 6-7 horas por noche, pero depende de la genética también. Hay gente que con 6 horas está bien y otras personas requieren hasta 10 horas por noche. El 90% de las personas están en los márgenes descritos”, agregó Benavides.
Los investigadores descubrieron que las moscas podían dormir incluso si se les agitaba. Así que recurrieron a métodos más sofisticados, y las modificaron genéticamente para que a una temperatura determinada (29°C), generaran una proteína en sus neuronas que las mantuvieran constantemente activas.
Luego de 10 días de privación del sueño, la mortalidad se disparó entre los insectos y para el día 20, todos resultaron muertos. Las moscas de control, que no vieron su sueño alterado, vivieron por aproximadamente 40 días en las mismas condiciones ambientales.
Los científicos buscaron registros de algún daño celular presente en las moscas que murieron por falta de sueño. La mayoría de los tejidos, incluyendo su cerebro, fue imposible de distinguir del de una mosca normal, salvo una notable excepción: El intestino de los insectos privados de sueño había acumulado una gran cantidad de ROS, el cual puede causar daño al ADN y otros componentes al interior de las células, causando la muerte. La acumulación de la molécula llegó a su punto más alto en el día 10, y cuando los insectos volvieron a dormir, los niveles de este tipo de oxígeno bajaron.
Ahora que contaban con esta información, los investigadores debieron comprobar si evitando su acumulación en el intestino, se podría prevenir una muerte por falta de sueño. Es por esto que probaron docenas de compuestos con propiedades antioxidantes conocidas por neutralizar el ROS.
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De estas identificaron 11 que luego de que se les entregaron como alimento a los insectos privados de sueño, les permitieron vivir con normalidad sin la necesidad de dormir. Dichos compuestos tales como la melatonina, el ácido lipoico y el NAD fueron particularmente efectivo al momento de eliminar el ROS.
Esta investigación esboza un futuro en donde quizás los humanos no necesitarán dormir para ser completamente funcionales y en el cual tengamos una completa comprensión de los ciclos del sueño y su importancia para la salud.
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