Según científicos, consumir una dieta occidental por tan sólo una semana puede perjudicar la función cerebral y llevar a las personas delgadas y saludables a comer en exceso.
Investigadores descubrieron que luego de 7 días en una dieta con altas cantidades de grasa y azúcar, los voluntarios de un estudio (quienes tenían alrededor de 20 años) sacaron peores puntajes en pruebas de memoria, además de encontrar la comida chatarra más apetitosa que antes.
Los hallazgos sugieren que una dieta occidental hace que se más complicado para las personas controlar su apetito, lo que sería producto de una disrupción de una parte del cerebro llamada hipocampo.
“Luego de una semana en una dieta de tipo occidental, los alimentos adictivos tales como snacks y chocolates se vuelven más deseables cuando estás lleno”, aseguró Richard Stevenson, profesor de psicología de la Universidad Macquarie en Sydney, Australia a The Guardian.
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“Esto hará más difícil resistirse, conduciendo a comer más, lo que a la larga termina dañando aún más el hipocampo en un ciclo constante de sobrealimentación“, agregó.
Trabajos previos en animales mostraron que la comida chatarra daña al hipocampo, una región del cerebro que controla el apetito y la memoria. No está claro porqué, pero una teoría es que ésta área de nuestra cabeza normalmente bloquea o debilita los recuerdos de la comida cuando estamos satisfechos, razón de la porque mirar un pastel cuando uno está lleno no gatilla al apetito.
“Cuando el hipocampo funciona de forma menos eficiente ocurre una invasión de memorias que hacen parecer a la comida más apetitosa“, aseguró Stevenson.
Para investigar cómo la comida occidental afecta a los humanos, los científicos reclutaron a 110 estudiantes delgados y saludables de entre 20 y 23 años. La mitad de éstos fueron asignados aleatoriamente a un grupo de control en donde debían mantener una dieta saludable por una semana.
La otra parte del grupo fue puesto bajo una dieta de estilo occidental, destacada por un gran consumo de waffles belgas y comida rápida.
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Al comienzo de la semana, los voluntarios tomaron su desayuno en el laboratorio. Antes y después de cada comida, se les hizo completar un test de memoria de palabras y un formulario para calificar los alimentos poco saludables en tanto a cuántas ganas tenían de consumirlos.
“Mientras más deseable las personas encuentren la comida cuando están llenos, siguiendo la dieta de tipo occidental,demostraron un peor desempeño en las pruebas sobre la función del hipocampo”, aseguró Stevenson.
El experto cree que los gobiernos en algún momento tendrán que ceder bajo la presión e imponer medidas más restrictivas a la comida procesada, tal y como lo hicieron con los cigarros.
“La demostración de que la comida procesada puede conducir a daños cognitivos sutiles que afectan al apetito y sirven para promover el consumo de alimentos de manera poco saludable en gente joven que llevan estilos de vida correctos debería ser un hallazgo preocupante para todos“, agregó Stevenson.
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