Mientras la Universidad de Oxford (en conjunto al laboratorio Aztrazeneca) y China llevan la delantera respecto a la vacuna contra el coronavirus, surgen otras iniciativas para frenar la pandemia.
La empresa de biotecnología Synairgen, con sede en Southampton, Inglaterra, desarrolló un inhalador nasal que promete bajar el porcentaje de gravedad en pacientes con coronavirus, rápida mejoría y secuelas de menor gravedad.
Se trata de “SNG001”, este utiliza una proteína llamada interferón beta que se inhala a través de un nebulizador. Dicha proteína actúa en el organismo cuando se presenta un ataque viral, momento que según estudios, el SARS-CoV-2 parece suprimir su producción.
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La idea -de este inhalador- es que al ser suministrado por las vías respiratorias, el efecto sea una respuesta antiviral mucho más potente y así el sistema inmunológico combata el virus.
“Estamos encantados con los resultados de los ensayos anunciados, que mostraron que SNG001 redujo en gran medida el número de pacientes hospitalizados con COVID-19 que progresaron de ‘requerir oxígeno’ a ‘requerir ventilación’. También mostró que los pacientes que recibieron SNG001 tenían al menos el doble de probabilidades de recuperarse hasta el punto en que sus actividades cotidianas no se veían comprometidas por haber sido infectadas por el SARS-CoV-2”, afirmó a un comunicado, Richard Marsden, CEO de Synairgen.
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En conversación con Ximena Fernández, epidemióloga y académica UCEN menciona que el interferón B es una molécula común del sistema inmune (de la familia de las citoquinas) que se secreta en las células en respuesta a una infección, como su nombre lo dice, lo que hace es interferir en la replicación viral principalmente promoviendo la muerte de la célula infectada.
“Uno de los mecanismos del COVID-19 para favorecer su replicación parece ser la inhibición de la síntesis de interferón. Al suministrarlo (INFB), por medio de un inhalador, se estimulan las células del sistema inmune que promueven la muerte de la célula infectada y con ello el virus se multiplica menos y se producen versiones más suaves o leves de la enfermedad”, dijo Fernández.
Dentro de los primeros resultado han concluido que el tratamiento redujo en 79% las posibilidades que un paciente infectado con COVID-19 e internado pueda desarrollar una enfermedad grave o requiera ventilación mecánica.
En síntesis, la epidemióloga Fernández comenta que sí le parece viable. “Este tratamiento se debe utilizar en personas que ya están enfermas, es decir, como tratamiento y no como prevención. Y que tampoco impedirá que las personas tratadas no sean contagiosas, al menos no en una etapa inicial donde no se haya iniciado el tratamiento y el virus esté en proceso de incubación”.
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