Descubren ancestros miniaturas de dinosaurios de hace 237 millones de años - (00:48)
Eran otros tiempos. Hacia finales del periodo Cretácico, Norteamérica estaba separado en dos partes por un enorme mar mediterráneo. Los dinosaurios, casi al final de su reinado, todavía abundaban en este cálido y húmedo lugar. Pero también debía cuidarse, sobre todo en las orillas de este cuerpo de agua.
Ya que bajo la superficie acechaba el Deinosuchus; más conocido como “el cocodrilo del terror”. Este enorme reptil extinto fue el carnívoro más grande de su ambiente semi-acuático; un poderoso depredador ápice que podía alimentarse -incluso- de las ancestrales bestias si se acercaban mucho a su territorio.
Los fósiles del Deinosuchus fueron descubiertos por primera vez en 1850, en Estados Unidos, y han sido estudiados por más de 100 años, pero la clasificación de la especie con respecto a sus genes todavía no llega a un consenso.
En un nuevo estudio, investigadores de la Universidad de Iowa revisitaron las evidencias fósiles existentes, junto a otros especímenes más recientes.
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Los resultados de su re-evaluación filogenética sugieren que 3 especies diferentes de Deinosuchus pueden ser discernidas al interior de los registros fósiles: los tipos de especies sugeridos son el D. riograndensis, D. hatcheri, y la más recientemente descubierta D. schwimmeri.
“El Deinosuchus era un gigante que debió haber aterrorizado a los dinosaurios que se acercaran a las orillas para beber agua”, asegura Adam Cossette, principal autor de la investigación y paleontólogo del Instituto de Tecnología de Nueva York.
“Hasta la fecha todavía no se conoce al animal completo. Estos nuevos especímenes que analizamos revelan a un depredador monstruoso, con dientes del porte de plátanos”, agregó Cossette.
Mientras el espécimen más viejo de Deinosuchus hasta la fecha data de hace unos 82 millones de años, los investigadores aseguran que es probable que existiera una población ancestral común en América del Norte antes de que el levantamiento de los mares dividiera al continente en dos.
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Cuando esto ocurrió, especula Cossette, los diferentes ambientes de las costas este y oeste condujeron a las adaptaciones evolucionarias que resultaron en las levemente diferentes morfologías de las especies D. riograndensis, D. hatcheri y D. schwimmeri.
“Era un animal bastante extraño. Esto demuestra que la familia de los cocodrilos no son ‘fósiles vivientes’ que no han cambiado desde la época de los dinosaurios. Evolucionaron casi tan dinámicamente como cualquier otro grupo”, explicó Christopher Brochu, paleontólogo a ScienceAlert.
Las investigaciones demostraron que las criaturas medían cerca de 10 metros y que, en apariencia, eran más similares a los caimanes que a los cocodrilos.
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