VIDEO RELACIONADO – OMS advierte que el uso de un “pasaporte de inmunidad” podría propagar la pandemia (00:49)
Permitir la movilidad por la ciudad o determinar el regreso al trabajo en base a la presencia de anticuerpos contra el nuevo coronavirus en la población es lo que justificaría la existencia de los “pasaportes de inmunidad”, una medida que genera un fuerte rechazo entre los expertos.
Los documentos servirían para certificar quién ya se recuperó de la enfermedad y, por lo tanto, estaría protegido (por un tiempo) ante la pandemia. Los que obtengan los certificados podrían ser parte de la reactivación económica y vivir con mayor libertad en la “nueva normalidad”. Los que no, deberían seguir cumpliendo con los estrictos aislamientos.
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En un artículo publicado por la prestigiosa revista Nature, la bióloga molecular Natalie Kofler y la bioética canadiense Françoise Baylis criticaron con dureza una idea de ese tipo y enumeraron varias razones de por qué no es conveniente adoptar la decisión que varios Gobiernos tienen en la cabeza, incluido el chileno.
“Cualquier documentación que limite las libertades individuales sobre la base de la biología corre el riesgo de convertirse en una plataforma para restringir los derechos humanos, aumentar la discriminación y amenazar, en lugar de proteger, la salud pública”, comienzan diciendo las académicas en el documento.
Las razones
La falta de información que compruebe el tipo de inmunidad y el tiempo que actúa como protector de las personas frente a la enfermedad causada por el SARS-CoV-2, junto con la baja confiabilidad en los test de anticuerpos son dos de los argumentos que exponen las investigadoras.
Y es que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), ante la creciente idea de países como Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y el nuestro, advirtió que “no hay evidencia de que las personas que se han recuperado de COVID-19 y tengan anticuerpos estén protegidas de una segunda infección”.
Las principal duda es si los recuperados producen suficientes anticuerpos para enfrentar un futuro contagio, qué nivel de seguridad podrían tener o cuánto podría durar pues aún falta conocer el virus y las estimaciones actuales se realizan solo sobre la base de las respuestas inmunes a patógenos similares, como el SARS o el MERS.
Por su parte, las pruebas de anticuerpos, o denominadas “rápidas”, -dice Nature- son una herramienta con baja sensibilidad, lo que causa la aparición de muchos falsos positivos y negativos, que crean una sensación de seguridad errónea en personas que no cuentan con inmunidad y pueden estar confiando en diagnósticos incorrectos.
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“Según los números actuales de casos confirmados en los EE. UU., por ejemplo, solo el 0,43% de la población estaría certificada. Tales porcentajes son intrascendentes para la economía y la seguridad”, escribieron también las autoras.
No solo habría argumentos médicos para rechazar los pasaportes de inmunidad, sino que también dimensiones sociales y éticas. Por lo mismo, se menciona que la identificación y monitoreo tendería a erosionar nuestra privacidad.
Es así como en China los códigos QR en los smartphones controlan la entrada a lugares públicos en base al estado COVID del individuo. Sin embargo, las aplicaciones informan mucho más que solo el reporte médico. Entregan ubicaciones, historial de viajes, con quién han entrado en contacto, etc.
Para Kofler y Baylis, controlar la vida en base a resultados de sangre haría que los grupos marginados enfrentaran más escrutinio. Además, incrementa las desigualdades, por el difícil acceso para personas vulnerables a tomarse las pruebas, en desmedro de quienes cuentan con mayores oportunidades. Todo esto -dicen- inevitablemente generaría una “estratificación social” y nuevas formas de discriminación.
“Los pasaportes de inmunidad amenazan la salud pública y podrían crear incentivos perversos”, concluyen en su comentario.
El caso chileno
“Carnet COVID-19” es el nombre de la iniciativa del Gobierno que apuntaba a certificar con autorización médica de una validez de tres meses a quienes se hubieran recuperado de la enfermedad. La medida, luego de recibir múltiples críticas, no prosperó. “Se nos ha hecho ver que podría desencadenarse un problema de discriminación bastante severo”, informó el Ministerio de Salud al momento de suspender su puesta en vigencia.
Y es que, al igual que en el plano internacional, la medida generó un rechazo generalizado. “Perdimos mucho tiempo discutiendo con respecto a la conveniencia o no de una medida como era este carnet de alta, que no está validado por la evidencia científica internacional”, dijo una vez conocida la postergación el vicepresidente del Colegio Médico, Dr. Patricio Meza.
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“Yo no he leído en ninguna parte que se diga cuánto tiempo la inmunidad es segura, pero imaginando que lo fuera, el riesgo que tiene ese carnet es que la gente deje de hacer lo central que es el distanciamiento social y las medidas de higiene”, aseguró por su parte la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU y expresidenta chilena, Michelle Bachelet.
Quienes también desaconsejaron con fuerza su uso fue la Asociación Chilena de Inmunología (Asochin). “Siempre hemos manifestado cautela con estos pasaportes de inmunidad. La evidencia científica indica que no tenemos un conocimiento profundo aún sobre la respuesta inmune a este coronavirus. Tampoco sabemos cuánto dura. Es muy complejo emitir un pasaporte si no sabemos cuánto dura la inmunidad”, manifestó en conversación con Futuro 360 la presidenta de la entidad, Fabiola Osorio.
La importancia de comprender la inmunidad
Justamente comprender cómo funciona la respuesta inmune de nuestro cuerpo contra el coronavirus SARS-CoV-2 es una de las tareas claves que tienen los científicos para enfrentar de mejor manera la amenaza global.
“Esa pregunta es crucial, porque aprendiendo de cómo funciona el sistema inmune podemos predecir cuáles son los elementos que van a servir para una vacuna. Deberíamos tener el conocimiento de cómo el sistema inmune reconoce este coronavirus y ver los elementos que sirven para esta infección en particular para apuntar a esos blancos”, opinó Osorio.
“Ya llevábamos algo avanzado, pero claramente no hemos llegado al final del camino. Se han hecho avances importantes en el campo de los anticuerpos (…) Pero quedan algunos aspectos por estudiar, sobre todo, en el campo de los linfocitos T, que no se han estudiado en profundidad en esta infección. Queda toda esa parte por dilucidar”, añadió la académica de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.
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Claro, día a día vemos estudios y resultados nuevos en la temática. Algunos más alentadores que otros. Sin embargo, la gran mayoría de estos estudios son solo preliminares.
Por ejemplo, la revista Science dio cuenta recientemente de dos investigaciones prometedoras. Estas encontraron que monos vacunados o infectados con el virus desarrollaron anticuerpos que les permiten protegerse de una nueva infección. “Nuestros hallazgos aumentan el optimismo“, dijo en un comunicado Dan H. Barouch, investigador que realizó los ensayos en el Beth Israel Deaconess Medical Center (BIDMC) de Boston.
Otro trabajo del Hospital Mount Sinai de Nueva York publicado de forma preliminar por MedRix concluyó que la gran mayoría de los casos leves de COVID-19 generan durante un tiempo anticuerpos.
La investigación se hizo con 1.434 voluntarios que habían pasado la enfermedad o creían que la habían pasado. Los datos obtenidos con el primer grupo de los confirmados con el virus indicaron que el 98% generó anticuerpos, sin embargo, no se pudo dilucidar por cuánto tiempo estos realizan las labores de inmunización.
Lo cierto es que, tal como dice la OMS, ningún estudio ha logrado revelar a ciencia exacta si la presencia de anticuerpos del coronavirus confiere inmunidad, por lo tanto, todas las informaciones deben ser tomadas con realismo y cautela, para evitar los riesgos de una aún mayor propagación.
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“Los inmunólogos de todo el mundo están super preparados para estudiar infecciones emergentes. El problema es que tenemos poco tiempo y para hacer estudios precisos y rigurosos necesitamos tiempo. Al final, acá la ecuación no tiene que ver con las capacidades, si no con el tiempo que tenemos para reaccionar”, argumentó para finalizar la máxima autoridad de la Asochin.
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