Carbohidratos, grasas, proteínas, vitaminas y minerales. El ser humano necesita todos esos nutrientes para obtener energía y realizar sus funciones básicas. Nuestro organismo obtiene estas sustancias a través de los alimentos, es por eso, que resulta esencial mantener buenos hábitos a la hora de planificar qué comemos.
Según ha informado la Organización Mundial de la Salud (OMS), una dieta saludable incluye: frutas, verduras, legumbres, grasas no saturadas (presentes en aceite de oliva, frutos secos o palta) y menos de cinco gramos de sal al día. Respecto del consumo de azúcar, se recomienda reducirla a menos del 10% de la ingesta calórica total.
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En medio de las distintas tendencias, modas y estilos de alimentación, es importante que seamos responsables. Una buena nutrición -dieta suficiente y equilibrada combinada con ejercicio físico regular- es un elemento fundamental para la buena salud. Por el contrario, una mala nutrición puede afectar nuestra inmunidad y la vulnerabilidad a enfermedades que alteran el desarrollo físico y mental.
Al igual que como afecta a nuestro organismo, los alimentos y su elaboración generan un impacto en el planeta. Cada proceso productivo tiene una huella ecológica distinta, que se relaciona con la cantidad de tierra y agua que se utilizan al producir lo que consumimos.
Dos estudios científicos identificaron tres formas claves, en la que podemos nutrir nuestro cuerpo de manera sustentable. Ambos trabajos, profundizan en cómo los humanos hemos alterado el uso de la tierra, y qué cambios podríamos implementar en los sistemas de producción de comida.
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Las recomendaciones incluyen:
- Producir e intercambiar alimento de forma eficiente y sustentable
- Reducir el desperdicio de comida
- Disminuir el consumo de productos de origen animal
Una de las investigaciones fue publicada en Nature Sustentability e indagó en cómo las industrias alimenticias están cambiando el clima. Los autores descubrieron que los alimentos que provienen de animales, utilizan el 83% de la tierra agrícola del planeta. Se trata de un territorio que a largo plazo, se resta de los bosques y áreas de vegetación natural que absorben CO2.
Los autores sugirieron avanzar hacia el consumo de proteínas en base a plantas -legumbres y frutos secos- en reemplazo de la carne y los lácteos, como una manera de cuidar los bosques. Solo esta modificación, podría llegar a quitar 16 años de emisiones de carbono en la atmósfera, producidas por combustibles fósiles.
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“El potencial más grande para la reforestación -y los beneficios climáticos que trae- existe en los países de ingresos medios altos y altos. Lugares donde disminuir la cantidad de tierra utilizada para la carne y los lácteos, podría tener impactos relativamente menores para la seguridad alimentaria”, afirmó Matthew Hayek, investigador de la Universidad de Nueva York y principal autor del texto.
De la misma forma, el segundo estudio de la revista Nature, aseguró que necesitamos hacer cambios en nuestra dieta. El documento utilizó modelos computacionales para demostrar que gran parte de la biodiversidad del mundo, está en declive por acciones humanas. Además, alertó que si no actuamos rápido la situación podría empeorar en el corto plazo.
Alimentación basada en plantas
La nutricionista integrativa y vegana Nazira Docmac, explica a Desafío Tierra que las dietas sin carne son preventivas de enfermedades cardiovasculares, dislipidemias, diabetes y ciertos tipos de cáncer. “La proteína vegetal tiene la ventaja de aportar proteínas sin agregar grasas saturadas, ni colesterol. Una dieta basada en proteína animal es mucho más inflamatoria, y ese es un debilitante para el sistema inmune”.
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Una alimentación basada en legumbres, cereales integrales y verduras, es mucho más económica: el rendimiento de 1 kilo de legumbres es mayor al de 1 kilo de carne animal. Además, las frutas y verduras son muy versátiles. Incluso, se pueden hacer preparaciones de repostería a partir de legumbres cocidas. “Lo que pasa es que tenemos interiorizada una cocina muy enfocada en la proteína animal, pero una vez que abres las opciones, te das cuenta de todo lo que se puede comer a partir de alimentos vegetales”, dice la especialista.
Sobre el impacto en el ecosistema, Docmac afirma que una dieta vegetal contamina menos, utiliza menos energía, hectáreas de suelo, agua y emisiones de CO2. “Una alimentación basada en plantas produce un 45% menos de dióxido de carbono y usa un 55% menos de suelo, que una alimentación omnívora tradicional”. Agrega que la industria de la carne y la leche “usa el 83% de la tierra cultivable, y eso genera más de la mitad de los gases de efecto invernadero”.
Para las personas que buscan reducir el impacto de su alimentación en el medio ambiente, la nutricionista expresa que lo más fácil es comenzar con las recetas que habitualmente uno consume “y cambiar los ingredientes”. Por ejemplo, si “vas a hacer una salsa boloñesa, usa lentejas o carne de soya, en lugar de carne de vacuno”. Añade que una vez que las personas tengan dominados los reemplazos, “es recomendable abrirse a la amplia gama de preparaciones que ofrece una alimentación basada en plantas”.
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