Después de décadas de decepciones, podríamos tener una nueva pista para combatir el Alzheimer.
Existe evidencia sólida de que la condición es causada por una bacteria involucrada en la inflamación de las encías. Un descubrimiento que sería el paso restante para resolver uno de los misterios más grandes de la medicina, lo cual podría llevar al desarrollo de tratamientos efectivos o incluso una vacuna.
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Mientras la población ha ido envejeciendo, la tasa de demencia senil se ha disparado, transformándose en la quinta causa de muerte a nivel mundial. El Alzheimer constituye 70% de estos casos, aunque pese a ello no sabemos qué lo causa.
La condición, la cual decanta en una pérdida progresiva de memoria y funciones cognitivas -a lo largo de un plazo estimado de 10 años-, es devastadora tanto para quienes la sufren como para sus seres queridos.
En muchas ocasiones esta enfermedad tiene que ver con la perdida de dos tipos de proteína (llamadas amiloides y tau) en el cerebro.
Mientras estos se encuentran dentro de los primeros síntomas físicos de este malestar, la teoría principal desde 1984 ha sido que esta enfermedad es causada por el control defectuoso de dichos proteínas, especialmente los amiloides, que se acumulan formando plaquetas grandes entre las neuronas.
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El foco de investigación para entender y tratar el Alzheimer se ha centrado en la “hipótesis de los amiloides”. Grandes sumas de dinero se han invertido en experimentos que involucran a ratones de laboratorio genéticamente modificados para producir amiloides y en el desarrollo de medicinas que bloquean o destruyen estas proteínas.
Ha quedado demostrado que este método ha fallado. Solamente el 2018, el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos gastó 2 mil millones de dólares en investigaciones. Pero de acuerdo a un estudio reciente, el porcentaje de fallo de los medicamentos en contra del Alzheimer es del 99%.
La bactería
En 2016, investigadores descubrieron que los amiloides parecen funcionar como una defensa pegajosa en contra de las bacterias. Encontraron que la proteína puede actuar como un componente antibacterial, y cuando inyectaron microbios en el cerebro de los ratones anteriormente mencionados, desarrollaron plaquetas de un día para otro.
En ese momento, los expertos se mostraron escépticos, pero una seguidilla de estudios subsecuentes demostraron que existen bacterias dentro del cerebro de las personas que padecen de Alzheimer. Pero no estaba claro si la bacteria causaba la enfermedad, o simplemente podía entrar al cerebro producto de la condición.
Diferentes equipos de científicos investigaron a la porphyromonas gingivalis, bacteria responsable de la inflamación de las encías, el cual es un reconocido factor al momento de diagnosticar el Alzheimer.
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Hasta el momento, se ha descubierto que la p. gingivalis invade e inflama sectores del cerebro afectados por esta enfermedad degenerativa; que las infecciones de encías pueden empeorar los síntomas de los ratones modificados genéticamente para tener Alzheimer; y que puede causar inflamaciones similares a las generadas por dicha enfermedad en ratones saludables.
Una nueva hipótesis
Según The New Scientist, investigadores de la firma farmacéutica estadounidense Cortexyme, junto a diferentes universidades han reportado encontrar dos encimas tóxicas que la p. gingivalis usa para alimentarse de tejido humano en el 96% de las 54 muestras tomadas del hipocampo -una área estrechamente relacionada con la pérdida de memoria- de cerebros humanos afectados por el Alzheimer.
Estas encimas proteico-degradantes se llaman gingipains y fueron encontradas en mayor cantidad en tejidos con mayor avance degenerativo producto de las proteínas involucradas en esta condición.
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El equipo también encontró material genético de la p. gingivalis en la corteza cerebral -una región involucrada con el pensamiento conceptual- en todos los cerebros con Alzheimer que revisaron.
“Este es el primer reporte que muestra el ADN de esta bacteria en cerebros humanos, y los gingipains relacionados con la acumulación de plaquetas”, afirmó Sim Singhrao de la Universidad de Lancashire Central, Inglaterra, quien anteriormente investigó junto a su equipo la invasión de esta bacteria a los cerebros de ratones con encías inflamadas.
“Cuando la ciencia se junta en un sólo foco de estudio es emocionante”, declaró Casey Lynch de la firma farmacéutica involucrada en el desarrollo de este estudio.
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Cuando Lynch y sus colegas miraron las muestras de cerebros de las personas con Alzheimer, vieron p. gingivalis y acumulación de proteínas en bajos niveles.
Finalmente, sabemos que los amiloides y los tau se pueden acumular en el cerebro de 10 a 20 años antes de que se presenten los síntomas del Alzheimer. Esto, concluye el equipo, demuestra que esta bacteria no entra al cerebro producto de esta condición, pero puede ser la causa de esta tan temida enfermedad.
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