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Mientras los científicos continúan la incesante búsqueda de la vacuna, la Organización Mundial de la Salud consignó dos nuevos síntomas del COVID-19: dificultad para hablar y para moverse. La OMS especificó que “cualquier persona puede contraer COVID19 y caer gravemente enferma. Las personas de cualquier edad que tengan fiebre o tos y además respiren con dificultad, sientan dolor u opresión en el pecho o tengan dificultades para hablar o moverse deben solicitar atención médica inmediatamente”. Recordemos que el 80% de los contagiados se recupera sin necesidad de hospitalización. La organización precisó que 1 de cada 5 personas que contrae COVID19 presenta un cuadro grave y experimenta dificultades para respirar.
Datos que mantienen preocupados al mundo y a parte de él en confinamiento, pero no solo hay nuevos síntomas, también hay conclusiones de estudios sobre las secuelas del virus en el organismo como “la inflamación del cerebro”, que puede producir coágulos en la sangre, derrames cerebrales e incluso insuficiencia cardíaca.
Tal como lo ha informado la OMS, el coronavirus en los humanos causa infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS). Sin embargo se ha evidenciado que quienes sufrieron los síntomas más severos del virus tienen secuelas: dificultades respiratorias, ataques cardíacos, anemias, problemas renales, encefalopatía, problemas de salud mental, fibrosis o embolia pulmonar y/o graves daños en el órgano. Estudios publicados de forma preliminar en el sitio medRxiv, mencionan que un 36% de los pacientes del virus presentan consecuencias secundarias neurológicas.
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Consultado por Futuro360, el doctor Alfredo Sagredo, investigador del Instituto de Neurociencia Biomédica (BNI) de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, asegura que “si bien algún síntoma puede ser poco específico, el SARS-CoV-2 principalmente ataca los pulmones y estos síntomas están relacionados con la patogenia del virus. La sensación de dolor de pecho y falta de aire pueden ser causadas por la neumonía producida por el virus o por posibles coágulos en los pulmones. Ya se ha relacionado que la infección por SARS-CoV-2 puedan promover la generación de coágulos sanguíneos que afectan los vasos sanguíneos pulmonares, fenómeno conocido como embolia pulmonar”.
¿Cerebros inflamados?
Este tipo de investigaciones da cuenta que la infección no tiene sólo un blanco. Pese a ser una infección respiratoria, no sólo ataca los pulmones, sino que también al cerebro y al sistema nervioso.
Quien puede dar fe de aquello es Babak Navi, jefe de la División de Accidentes Cardiovasculares y Neurología Hospitalaria de Weill Cornell Medicine y neurólogo del New York-Presbyterian, quien notó una similitud en los síntomas más allá de la dificultad respiratoria, sobre todo al estar presentes pacientes con derrames cerebrales e incluso convulsiones. Su conclusión fue la perturbación del sistema nervioso a causa del virus. Lo que ha sido testificado por otros especialistas y consagrado en otros estudios. Uno de ellos corresponde a la revista estadounidense JAMA, quienes hicieron referencia a las complicaciones cardiovasculares y neurológicas. De una muestra de 214 pacientes, más del 36% presentaron síntomas neurológicos y desórdenes en él, durante el transcurso de la enfermedad. Otra investigación, una realizada en Holanda analizó a otros 200 pacientes COVID-19 positivo, de ellos, un tercio presentó la formación de coágulos de sangre. “Esta presencia de coágulos en la circulación sanguínea puede provocar un ataque cerebral, una embolia pulmonar o un infarto. “Esta coagulación no se parece a una coagulación habitual”, subraya a la AFP Shari Brosnahan, médica reanimadora en el hospital de NYU Langone, de Nueva York.
Por su parte, Harlan Krumholz, médico cardiólogo, aseguró en la revista Science que la ferocidad del virus es “impresionante” y que “puede atacar a casi todas las partes del cuerpo con consecuencias desastrosas”.
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Una de las explicaciones más aceptadas, hasta ahora, por el mundo científico es que el virus ataca el sistema inmunológico, entra por la zona bulbo olfativo, es decir nariz o boca, y que debido a esto uno de los primeros síntomas síntoma es la pérdida del gusto y olfato, pero que la consecuencia más fuerte es el daño cerebral. Así lo reafirma el doctor Sagredo, quien señala que las dificultades para hablar y moverse pueden estar relacionadas a que la enfermedad COVID-19 puede afectar la función cerebral en algunas personas. Los síntomas neurológicos observados en pacientes positivos al virus, incluyen pérdida del olfato y gusto, debilidad muscular, hormigueo o entumecimiento en manos y pies, mareos, confusión, delirio, convulsiones. Hay que monitorear muy de cerca los síntomas como dificultad para hablar y moverse, ya que hay una posibilidad que puedan generar coágulos en el cerebro, fenómeno conocido como accidente cerebrovascular”.
Sin embargo hay discordancia entre especialistas de la salud. Sherry Chou, profesora adjunta de Medicina de Cuidados Críticos, Neurología y Neurocirugía en University of Pittsburgh dijo, en entrevista con el medio AARP, que la reacción del cuerpo al virus es lo que causa el daño al sistema nervioso en algunos pacientes. A veces, cuando el cuerpo combate una infección, “no es la infección en sí misma la que daña el cerebro y los nervios, sino la respuesta del cuerpo para intentar combatir esa infección. Y esa respuesta “te puede dañar el cerebro y los nervios por error, casi”.
Estudios que continúan desarrollándose alrededor del mundo mientras las autoridades sanitarias enfatizan el llamado a mantener el distanciamiento físico, el frecuente lavado de manos y uso de mascarillas.
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