¿Te imaginas a un dinosaurio sobre una trotadora? Este experimento podría demostrar si en realidad movían la cabeza como hoy lo hacen las palomas o las gallinas, quienes son sus descendientes. Esto es lo que busca probar Bruno Grossi, académico del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas e investigador de la Universidad de Chile.
Para estudiar el movimiento el científico instaló una cola a un pollo con el fin de cambiar su centro de masa y para demostrar cómo habrían caminado. Por este proyecto ganó un premio IG Nobel en 2015.
La segunda etapa de esta investigación ya no involucra a un animal vivo, puesto que creó el terópobot, un dinosaurio bípedo robotizado, con el cual busca probar que si el cabeceo de algunas aves al caminar es una característica que comparten con los dinosaurios.
“Mi interés básico tiene que ver con la biomecánica animal, cómo se mueven los animales, cómo saltan, corren, trepan, nadan, vuelan, pero estudiado con herramientas ingenieriles, la física newtoniana, la matemática, con un punto de vista biológico adaptativo”, explicó en el sitio FCFM de la Universidad de Chile.
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“Traté de entender cómo se movía la pata de un tiranosaurio rex, por ejemplo, y para eso utilicé a sus tataranietos, que son las aves, y a una gallina le cambié el centro de masa con una cola artificial, que se la puse durante toda la vida y caminó diferente a las gallinas normales, más similar a lo que pensamos caminan los dinosaurios, es decir, movió mucho más el fémur”, agregó.
“Gracias, Spielberg”
Para Grossi la curiosidad por este mundo surgió en 1993 cuando vio Jurassic Park. “Me dio vuelta toda la película”, aseguró a radio Duna. Tras esto dejó los estudios de física y optó por biología. “Gracias, Spielberg”, bromeó.
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