Las cifras son elocuentes. Seis de cada diez funcionarios de la salud presenta síntomas de ansiedad, trastornos alimenticios o depresión. Todo, producto del intenso y duro trabajo que han tenido en esta pandemia.
Ante esta situación, una innovadora solución llegó a Chile. Se trata de un moderno casco que estimula las neuronas afectadas por el estrés.
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“Es súper difícil darlo todo en un turno, sacarse la mugre trabajando y ver que el paciente a veces no avanza y no sentirse responsable de esa situación. Eso nos está costando y mucho. Hay una frustración de nuestro personal clínico en relación a eso”, relata la enfermera Rommy Capino.
Ellos deben ver en primera fila la película distópica en la que se ha convertido la realidad debido al COVID-19, algo que les está pasando factura. “La contención es entre nosotros mismos. Que además de estar velando por el cuidado, ojalá por el mejor cuidado de los pacientes, también estamos preocupados de nuestras familias“, dice una colega de Rommy.
“Sensación de fatiga corporal, ansiedad, problemas para dormir, insomnio, falta de descanso, recordemos que hay profesionales que están haciendo turnos de 24 horas“, así describe la psicóloga Sofía Fiedler lo que vive el personal de salud. “Todos estos síntomas podrían estar mostrando un cuadro de estrés que tal vez requiere mayor ayuda profesional”, añade.
Según una encuesta de la Sociedad de Medicina Intensiva, cerca de un 60% de los funcionarios de la salud ha presentado alguno de estos síntomas.
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Se habla de otra pandemia, la de la salud mental, una que se busca enfrentar con este casco transcraneal y anti estrés que ya está en nuestro país. El dispositivo es capaz de estimular ciertas zonas del cerebro que se encuentra involucradas los síntomas del cuadro de estrés.
Y es que lidiar con la muerte de pacientes, luego de ver cómo se van deteriorando por el virus, no es nada fácil. “Esto ha venido a ser una solución para quitar el estrés y la angustia, para muchos colegas que le ha causado depresión el estar lidiando con la muerte de los pacientes“, dice la kinesióloga Francisca Orellana.
El casco fue aprobado la FDA en Estados Unidos en el año 2008. La técnica cuenta con publicaciones en revistas científicas especializadas que avalan su efectividad. Actualmente, se evalúa su implementación en clínicas y hospitales chilenos para aliviar la carga de quienes han visto el rostro más fuerte de la pandemia.
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