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“Hemos creado un prototipo capaz de hacer fotosíntesis artificial”, señala el investigador del Instituto Catalán de Investigación Química (ICIQ) en Tarragona, José Ramón Galán-Mascarós, a el diario El País de España, con respecto a la innovadora creación de “hojas artificiales”.
¿Cómo se obtienen? Para ellas se dispone una celda electroquímica, que es un dispositivo cilíndrico encerrado en un primas traslúcidas del tamaño de una lata de conservas. Ahí, varios tubos suministran reactivos a dos comportamientos (ánodo y cátodo) que están separados por una membrana. En tanto, una pequeña celda fotovoltaica, genera la diferencia de potencial entre las dos, para propiciar la reacción química.
De esta manera, las moléculas de agua se oxidan en el ánodo, liberando oxígeno gaseoso. Mientras que en el cátodo, se produce una reducción de dióxido de carbono, dando lugar a moléculas orgánicas que almacenan energía en sus enlaces químicos. Así, la energía se puede liberar quemando este producto.
El resultado es esta “hoja artificial” que almacena cerca de un 10% de la energía lumínica que recibe. “Integraremos todos los componentes, estudiaremos su eficiencia, su productividad y los costos que puede tener el proceso a escala industrial”, señala Galán Mascarós.
Según expresan los investigadores, esto podría ser usado por el momento a pequeña escala, como en gasolineras o fábricas y la ide es que, eventualmente, puedan ser implementadas en centrales eléctricas.
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“La gracia de esto es que se está produciendo combustible que en su proceso productivo, absorbe dióxido de carbono. Entonces ese combustible tiene una huella de carbono en su producción negativa, independiente que después se queme y genere CO2”, explica el investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (Capes) UC y profesor asociado de la Fac. de Ingeniería y Ciencia de la Universidad Adolfo Ibáñez, Juan Pablo Pavissich.
Si bien señala que es un avance , el gran desafío del proyecto es producir a gran escala. Además, Pavissich afirma que debe superar la barrera de factibilidad técnica y económica. “Muchas de estas tecnologías pueden ser fantásticas, revolucionarias, pero si son muy caras, no se van a poder aplicar nunca”, nos explica.
¿Qué es la fotosíntesis artificial?
La fotosíntesis natural es un proceso que realizan plantas, algas y algunos microorganismos, en lo que captan energía con el objetivo de producir alimentos.
La fotosíntesis artificial, por su parte, es un proceso creado por humanos para imitar el natural. “Su objetivo actualmente, es obtener energía más limpia y ecológica. Se divide en varias etapas. Una de ellas es un proceso de fotocatálisis del agua, la cual se rompe la molécula de agua obteniendo hidrógeno y oxígeno, emulando la primera fase de la fotosíntesis. Posteriormente, hay otro proceso en el cual se podría tomar la reducción del dióxido de carbono asociado con el proceso de la luz, para obtener fijación de carbono. El objetivo principal en este caso es obtener energía”, explica a Futuro 360 la Doctora Sofía Valenzuela, investigadora del Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción.
Juan Pablo Pavissich agrega que es interesante lograr este proceso en condiciones artificiales. “Si logramos un proceso artificial, el ser humano lo puede controlar. (…) Básicamente tomo energía que viene del sol y soy capaz de fijarla o almacenarla en un compuesto químico”, señala.
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Este proceso avanza en la biología sintética y ha desarrollado nuevas estrategias energéticas. “Una de ellas es crear cloroplastos artificiales –que son las partes activas de las células que realizan el proceso fotosintético- en los cuales podrían insertarse o asociarse a complejos de microfluidos o en células que no poseen cloroplastos, para que ellas puedan obtener su energía de forma autosuficiente”, señala la Doctora Valenzuela.
Con esto, se podría llegar a la síntesis de nuevos compuestos que van desde los farmacológicos, hasta tener reactores que permitan fijación de CO2, o para la obtención de energía de manera más sustentable.
Finalmente el investigador de Capes UC, Juan Pablo Pavissich insiste en que no se debe creer que porque absorba CO2, se convierta en la respuesta para disminuir la concentración que provoca el calentamiento global. “Lo interesante es el potencial que tiene esto para poder ahora transformar el CO2 en un combustible más limpio. Pero no creo que de para que seamos capaces de aspirar todo ese exceso de CO2 que actualmente existe en la atmósfera”, finaliza.
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