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En abril de 2019, la colaboración LIGO-Virgo detectó ondas gravitacionales que se extendieron a través del espacio-tiempo desde la colisión épica de dos agujeros negros a 2.400 millones de años luz de distancia. Algo que es bastante común, pero hoy los investigadores han detectado algo que sí es inusual, se trata de una colisión entre dos agujeros negros de masas sustancialmente diferentes, abriendo una nueva perspectiva sobre la astrofísica y la física de la gravedad.
Las débiles ondas espacio-temporales ofrecen la primera evidencia inequívoca de esta técnica de que al menos un agujero negro giraba antes de fusionarse, lo que proporciona a los astrónomos información valiosa sobre una de las pocas características que pueden estudiar en estos objetos oscuros.
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“Es un evento excepcional”, dijo Maya Fishbach, astrofísica de la Universidad de Chicago en Illinois. Fusiones similares en las que se han publicado datos tuvieron lugar entre agujeros negros con masas aproximadamente iguales, por lo que esta nueva trastorna dramáticamente ese patrón, dice ella. La colisión se detectó el año pasado, y Fishbach y sus colaboradores la dieron a conocer el 18 de abril en una reunión virtual de la American Physical Society (APS), que se lleva a cabo en línea por la pandemia de coronavirus.
El observatorio de ondas gravitacionales del interferómetro láser (LIGO), un par de detectores gemelos con sede en Hanford, Washington y Livingston, Luisiana, y el observatorio Virgo en Italia detectaron el evento, identificado como GW190412, con alta confianza el 12 de abril de 2019.
La colaboración LIGO-Virgo, que incluye Fishbach, publicó sus hallazgos en el servidor de preimpresión arXiv.
Los físicos habían esperado ansiosamente tales eventos “no vainilla” , porque proporcionan formas nuevas y más precisas de probar la teoría de la gravedad de Albert Einstein, la teoría general de la relatividad. “Estamos en un nuevo régimen de prueba de la relatividad general“, dijo Maximiliano Isi, otro miembro de LIGO que también estuvo presente en la reunión.
Los astrofísicos esperan que la detección de giros también pueda arrojar luz sobre cómo se formaron los agujeros negros y cómo orbitaron entre sí. La información más rica en fusiones asimétricas también ayuda a medir la distancia de un evento desde la Vía Láctea con mayor precisión. Acumular muchas de estas mediciones podría proporcionar una nueva forma de mapear la historia de expansión del universo .
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