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El Ártico está cambiando rápida e intensamente. Las oscuras aguas se están llenando con algas, debido a que la luz del Sol está llegando a sectores antes tapados por el hielo.
A lo largo de las últimas dos décadas, el fitoplancton de los Océano Ártico ha incrementado un alto aumento según lo demuestra un análisis realizado por investigadores de la Universidad de Stanford.
Las cifras excedieron las expectativas de los científicos, ya que la situación estaría cambiando la forma en que los mares almacenan el carbono de la atmósfera, además de otros recursos necesarios para el resto de los ecosistemas. Aún nadie ha podido descifrar cómo ésto nos podría afectar.
“Las tasas son muy importantes en términos de cuánta comida se distribuye entre los ecosistemas”, aseguró Kevin Arrigo, científico especialista en sistemas terrestres, a ScienceAlert.
“La situación se hace relevante debido a que estas plantas son una de las principales vías por las que el CO2 de la atmósfera es retenido en el océano”, agregó.
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A simple vista esta expansión de la parte fotosintética de la cadena alimenticia no debería ser sorprendente. El calentamiento global ha provocado que las capas de hielo se desvanezcan a lo largo de las décadas, abriendo nuevas fronteras para que el fitoplancton florezca.
Por donde se vea, este descenso acuático debió haber significado el declive de las plantas marinas. Después de todo, no importa que tanto brille el Sol, el número de las poblaciones de algas debieron haber bajado junto con la cantidad de nitrógeno y otros elementos esenciales disponibles.
Pero esto no ocurrió. Esta expansión de la base de la pirámide alimenticia, descrita en la jerga ecológica como un ganancia en la tasa de la red de producción primaria (RPP), siguió ocurriendo.
“El incremento del RPP a lo largo de las últimas décadas se debe casi exclusivamente al crecimiento de la biomasa del fitoplancton”, explica Arrigo.
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Es difícil saber si deberíamos estar alarmados o agradecidos. Después de todo, más plantas significa más comida para los herbívoros, lo que a la vez se traduce en una mayor cantidad de alimento para los carnívoros. Sin mencionar que más carbono podría almacenarse en moléculas orgánicas.
Aún así, el Océano Ártico no cumple un rol tan importante al momento de la absorción de carbono, especialmente si consideramos el hielo marino derretido está provocando un mayor tráfico marino.
En palabras de Arrigo, la vida en el Ártico también está mejor adaptada para vivir en el hielo. “Habrá ganadores y perdedores”, concluye el experto.
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