¿Admirable? Mira cómo Japón revirtió los efectos de la automatización

Pérdida de empleos. Ese es el mayor miedo detrás de las maravillas de la automatización. El temor no es tan infundado.

Según un estudio de PwC (Will robots really steal our jobs? – Podrán los robots robar realmente nuestros trabajos) que analizó más de 200 mil puestos de trabajo en 27 países, estima que la proporción de empleos con potencial riesgo de automatización es solo un 3% a principios de 2020, pero se eleva a 21% a mediados de la década, y hasta un 34% a mediados de 2030.

En el caso de Chile, el riesgo es casi inexistente a 2020. Pero la cifra también crece exponencialmente a 13% en 2025, y a 27% a 2030. En esa tercera etapa, el empleo en los sectores de manufactura y construcción serán los más impactados en el país, con un 32 y 29 por ciento, respectivamente.

En un contexto en el que la automatización aparece, cada vez más, como una amenaza para las fuentes de empleo de todo el mundo, la isla asiática impulsa una verdadera revolución robótica que, a pesar de todo pronóstico, se acompaña de solo un 3% de desempleo. La razón: el primer ministro, Shinzo Abe. 

Debido a la alto crecimiento de población económicamente inactiva, es decir, mayor de 65 años, el líder nipón -que hoy se ve involucrado en un grave caso de corrupción– implementó un plan para suplir la mano de obra con la tasa de automatización más alta del mundo de aquí a 2025, un 25%.

Japón dio gran impulso a la automatización a partir de la década de 1990 y está a la vanguardia de ese sector en la industria automovilística, con 1,552 robots por cada 10 mil empleados.

En una proyección del Instituto de Investigación de Nomura, aseguró que en 2030 la mitad de empleos en Japón estará ocupada por robots. 

Pero nada es gratuito, pues los robots incluso podrían reemplazar a empleados activos. En esos casos, el Estado promete “empleo de por vida”, mediante una ley que exige a las fábricas a mantener a los funcionarios en la nómina.

Con eso, las personas pueden ser obligadas a asistir, a pesar de no tener tareas que realizar.

Bueno o no, lo concreto es que, en simples matemáticas, el empleo se mantiene firme.