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El mundo ha visto una ola de protestas que se han extendido a lo largo de todo el mundo en los últimos años, antes de la pandemia países en casi todos los continentes exigían justicia social, democracia, equidad de género, lucha contra el cambio climático y mejor calidad de vida, fueron algunas de las banderas de protesta. Entre ellos, Chile y buena parte de los vecinos latinoamericanos.
Llegada la pandemia de COVID-19 que nos encerró en nuestras casas y detuvo muchas de las actividades económicas, esos movimientos sociales se tuvieron que replegar. Sin embargo, un hecho volvió a encender la chispa de las protestas, en este caso contra el racismo.
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La muerte de George Floyd, hombre de raza negra, en el estado de Minnesota en Estados Unidos a manos de policías, de raza blanca, desató de nuevo la furia de masas contra abusos policiales y racismo.
Este hecho llamó la atención del columnista de Los Angeles Times, Sammy Roth, quien cubre temas medioambientales y reflexionó sobre los vínculos que existen entre las personas que protestan contra los abusos policiales y las que se manifiestan por justicia ambiental.
Roth se define a la justicia ambiental como: “un término que describe cómo las personas de color y las comunidades pobres han sufrido daños desproporcionados por la contaminación y los sistemas discriminatorios que han perpetuado esas inequidades”.
Para hacer este vínculo entre justicia racial y justicia ambiental, recordó las palabras de los fundadores del movimiento Black Lives Matter, Patrisse Cullors y Nyeusi Nguvu, quienes escribieron en The Guardian: “las desigualdades que convierten un evento climático extremo en un desastre o catástrofe humana reflejan las desigualdades que causan la pérdida desproporcionada de negros y pobre vida a nivel mundial, y los sistemas exactos contra los que lucha Black Lives Matter”.
En esa línea, los activistas también señalaron: “La injusticia ambiental siempre ha sido un problema y una lucha contra las comunidades negras y pobres. Somos los primeros en morir, pero también somos los primeros en luchar en la primera línea”.
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Esas ideas ayudan a explicar por qué un número creciente de activistas apoyan propuestas de políticas, como el Green New Deal, que vinculan la acción del cambio climático con reformas económicas significativas destinadas a abordar la desigualdad y el racismo, asegura Roth.
O como mucha gente lo ha puesto en Twitter: “La justicia climática es justicia racial”. Un análisis que vale la pena revisar en momentos en los que el mundo se enfrenta a una pandemia de lo que solo se sabe nada volverá a ser como antes y es una oportunidad para poner en marcha esos cambios urgentes en la forma en la que nos relacionamos con el medio ambiente y también entre humanos. La columna de Roth se puede en LA Times.
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