Un proyecto de investigación colaborativo entre el Museo, Jardín y Biblioteca Winterthur y la Universidad de Delaware, conocido como el Proyecto de Libros Venenosos, está arrojando luz sobre una preocupación poco común pero significativa: los libros antiguos con cubiertas de colores vibrantes pueden ser potencialmente peligrosos debido a los pigmentos tóxicos utilizados en su fabricación.
La investigación, compartida a través de The Conversation, se centra en la catalogación de libros con cubiertas de tela que podrían contener sustancias nocivas, como arsénico, mercurio y plomo. Estos pigmentos, utilizados comúnmente en el siglo XIX para teñir las cubiertas de libros, pueden representar un riesgo para la salud de quienes los manejan regularmente.
Recientemente, el proyecto influyó en la decisión de eliminar dos libros de la biblioteca nacional de Francia debido a sospechas de que sus cubiertas de tela verde vibrante contenían arsénico.
La preocupación por estos libros tiene sus raíces en prácticas históricas de encuadernación, donde pigmentos tóxicos como el verde de Scheele, el rojo bermellón y el amarillo cromato de plomo se utilizaban para crear colores llamativos y brillantes en las cubiertas de los libros.
Aunque estos pigmentos podían resultar en cubiertas visualmente atractivas, también representaban riesgos para la salud debido a la liberación de sustancias tóxicas como el arsénico, el mercurio y el plomo.
El verde de Scheele, en particular, fue ampliamente utilizado debido a su vibrante color verde y su bajo costo de producción. Sin embargo, su degradación con el tiempo podía liberar arsénico venenoso, lo que planteaba serias preocupaciones sobre la seguridad de estos libros.
La exposición a estos pigmentos tóxicos puede causar irritación en los ojos, la nariz y la garganta, y en casos extremos, síntomas más graves. Por lo tanto, se recomienda precaución al manejar libros antiguos con cubiertas de colores vibrantes.
El Proyecto de Libros Venenosos ha implementado medidas para ayudar en la identificación de estos libros potencialmente peligrosos, incluyendo la distribución de marcadores de libros con advertencias de seguridad y muestras de varios tonos de verde esmeralda.
Hasta la fecha, se han identificado más de 238 ediciones de libros con pigmentos tóxicos en todo el mundo, lo que destaca la importancia de abordar este problema para proteger la salud de los usuarios de bibliotecas y colecciones de libros antiguos.
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