La población mundial ya está familiarizada con las pruebas rápidas de antígenos para el diagnóstico de COVID-19, sin embargo, un estudio viene a cambiar la percepción que tenemos de ellas.
Científicos de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard y el Centro Médico Beth Israel Deaconess se propusieron analizar qué tan bien pueden estas pruebas detectar las variantes preocupantes del SARS-CoV-2.
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Para ello, utilizaron las pruebas Binax, CareStart, GenBody y LumiraDx y determinaron qué tan sensibles son contra las variantes de preocupaciones, incluidas Delta y Ómicron.
Al diferenciar los límites de detección (LoD, por sus siglas en inglés) – la cantidad más pequeña de antígeno viral detectable-, encontraron que las cuatro pruebas son sensibles a Ómicron.
Sin embargo, tres de ellas no fueron capaces de detectar la variante Delta.
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El equipo apunta que pese a que estas pruebas rápidas de antígenos representan una herramienta útil para la detección de infecciones por SARS-CoV-2, deben ser actualizadas constantemente para garantizar que cumplan con los objetivos impuestos por las autoridades sanitarias.
“A diferencia de las pruebas moleculares sensibles que detectan múltiples genes del SARS-CoV-2, las pruebas rápidas de antígenos se dirigen a una sola proteína viral“, dijo el coautor del estudio James Kirby, director del Laboratorio de Microbiología Clínica en BIDMC.
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