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Hace 20 años se propuso por primera vez el término de monofonía, una afección que se desencadena en sentimientos de frustración, ira o incluso disgusto. Esto ocurre cuando se escuchan sonidos -producidos por otras personas- que molestan e interrumpen tus acciones.
Investigadores de la Universidad de Newcastle, en Reino Unido, propusieron en 2017 que la misofonía implica una disfunción hiperactiva de ciertas regiones del cerebro, sin embargo, no estaban convencidos de esta hipótesis.
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Ahora, los expertos observaron mediante resonancias magnéticas que comer y masticar parece ser un un desencadenante de esta afección.
El estudio reveló que cuando esto ocurre existe una mayor activación de las áreas del cerebro responsables del movimiento motor orofacial.
“Creemos que esta comunicación activa algo llamado ‘sistema espejo’, que nos ayuda a procesar los movimientos realizados por otras personas activando nuestro propio cerebro de una manera similar, como si estuviéramos haciendo ese movimiento nosotros mismos”, señaló Sukhbinder Kumar, autor principal del estudio.
Eso sí, los hallazgos aún son hipotéticos, ya que no existe una evidencia directa de neuroimagen de neuronas espejo en humanos porque la resonancia magnética no puede enfocar la actividad de neuronas individuales.
El equipo cree que las personas que padecen monofonía tienen una sobreactivación involuntaria del sistema de espejos.
Este sistema de espejos conduce a algún tipo de sensación o sentimiento cuando escuchan los sonidos emitidos por otras personas que están comiendo.
“Curiosamente, algunas personas con misofonía pueden disminuir sus síntomas imitando la acción que genera el sonido del gatillo, lo que podría indicar que se está restaurando una sensación de control”, señaló Kumar.
El estudio fue publicado en la revista The Journal of Neuroscience y los autores planean en el futuro investigar diferentes tipos de terapia que se centre en el cerebro para poder crear un tratamiento eficaz.
A pesar de la cantidad de investigaciones que se han realizado en torno a la misofonía, aún no se considera como una condición psiquiátrica oficial.
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