(CNN) – El COVID-19 nunca fue solo un resfriado más. Sabíamos que iba a seguir presente y que seguiría cambiando para intentar ganarle la partida a nuestro sistema inmunológico.
Pero nosotros también hemos cambiado. Nuestros linfocitos B y T, guardianes de nuestra memoria inmunológica, ya no son tan ciegos ante este virus como lo eran cuando nos encontramos por primera vez con el nuevo coronavirus en 2020.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) analizaron muestras de sangre y calculan que el 97 % de las personas en EE.UU. tienen cierta inmunidad al COVID-19 a través de la vacunación, la infección o ambas.
Luego está la ciencia: tenemos vacunas actualizadas y buenos antivirales en los que apoyarnos cuando empiecen a aumentar los casos. Las mascarillas siguen funcionando. Las pruebas rápidas están en las tiendas. Ahora sabemos cómo filtrar el aire y ventilar nuestros espacios.
Estas estrategias, junto con nuestra inmunidad ganada a pulso, han ayudado a reducir las cifras nacionales de infecciones, hospitalizaciones y muertes a niveles casi ínfimos.
Ahora que las infecciones por COVID-19 han empezado a aumentar de nuevo, parece que la gente de todo el país está dando positivo, y es difícil saber cómo reaccionar. El Gobierno ha estado reduciendo su respuesta desde el final de la emergencia de salud pública, en mayo.
Así pues, si ahora es menos probable que la gente sea hospitalizada o muera a causa de una infección por COVID-19, ¿acaso ya no existe peligro? ¿Sigue habiendo motivos para preocuparse si se contrae la infección por segunda, tercera o cuarta vez?
“En este momento, el riesgo es menor debido a nuestra inmunidad previa, ya sea por resultados graves o por covid prolongado”, afirma la Dra. Megan Ranney, médica de urgencias y decana de la Facultad de Salud Pública de Yale.
“El COVID sigue siendo más peligroso que la influenza, pero su nivel de peligrosidad es cada vez menor”, dijo, señalando que aún estamos muy al principio de nuestra experiencia humana con el coronavirus, incluso cuatro años después, y todavía hay cosas que no sabemos.
“Pero es de esperar que se comporte como otros virus respiratorios en términos de estacionalidad y repuntes”, añadió.
Sería “realmente extraño” que el COVID desapareciera o que no causara enfermedades, hospitalizaciones y muertes. “Sigue siendo un virus”, afirmó Ranney. Pero el hecho de que las infecciones sean más o menos previsibles no convierte al COVID-19 en algo en lo que nos debamos confiar.
Nuestro sistema inmunológico detecta mejor el peligro
Después de más de tres agotadores años, existe cierta inmunidad contra el COVID-19.
Eso significa que nuestros sistemas inmunológicos, siempre que estén sanos y funcionen como deben, recordarán la mayoría de las formas del coronavirus la próxima vez que se cruce en nuestro camino.
Sin embargo, este proceso tarda algún tiempo en funcionar. Ese retraso puede dar al virus tiempo suficiente para afianzarse en nuestras fosas nasales o pulmones y enfermarnos. Puede que nos sintamos mal durante unos días, pero entonces nuestras células B y T ponen en marcha la producción de anticuerpos. Finalmente, acaban con el virus y mejoramos.
Eso es lo que debería ocurrir. Pero en muchos casos, el sistema inmunológico no se pone en marcha tan rápido o tan vigorosamente como debería.
La función inmunitaria disminuye de forma natural con la edad. Aproximadamente 1 de cada 4 estadounidenses tiene más de 60 años, según los datos del último censo. Además, algunos medicamentos y problemas de salud suprimen la función inmunitaria.
Alrededor del 3 % de la población estadounidense, 7 millones de personas, está gravemente inmunodeprimida, según los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés). Se trata de un grupo que toma medicamentos para proteger los trasplantes de órganos o que recibe potentes fármacos para el tratamiento del cáncer, por ejemplo.
Luego está la variabilidad individual. Por mala suerte genética, algunas personas pueden tener un riesgo mayor de sufrir reacciones graves a las infecciones por covid-19, y probablemente no lo sabrían.
En conjunto, se trata de un grupo considerable de personas que se benefician enormemente de tener anticuerpos preparados para hacer frente al coronavirus lo antes posible.
A veces, las personas están tan inmunodeprimidas que las vacunas tampoco pueden ayudarles mucho. Estas personas se benefician de las vacunas preventivas que contienen anticuerpos contra el COVID, fabricados para permanecer en el organismo durante unos meses. Hasta este año, existía un producto preventivo de este tipo, Evusheld. Pero el virus ha evolucionado tanto que Evusheld perdió su potencia y, en enero, la FDA revocó su autorización.
Desde entonces, las personas con una función inmunitaria muy baja no han tenido nada que les proteja de la infección o la enfermedad grave. Pero eso podría cambiar. El Gobierno anunció esta semana que financiará el desarrollo de un nuevo anticuerpo preventivo a través de la empresa farmacéutica Regeneron.
Aunque ahora casi todos tenemos sistemas inmunológicos capaces de reconocer partes clave del virus, incluso esa memoria de la infección se desvanece con el tiempo. Cuanto más tiempo ha pasado desde que te infectaste o te vacunaste, más olvidadizo se vuelve tu sistema inmunológico.
Esas células B y T, “van a ser un poco más lentas para responder. No están tan preparadas y listas para actuar”, afirma Ranney.
Tu mayor inmunidad se producirá entre dos semanas y dos meses después de vacunarte. Esto significa que lo mejor es vacunarse poco antes de los momentos en que se espera un repunte de covid. Al igual que en el caso de la influenza, los expertos esperan que lo peor del covid llegue durante el otoño e invierno.
La Dra. Mandy Cohen, directora de los CDC, afirma que, aunque los casos están aumentando ahora, a la mayoría de las personas les convendrá esperar unas semanas para vacunarse contra el nuevo COVID-19 en lugar de intentar vacunarse ahora con una de las antiguas vacunas bivalentes.
Pero esto depende del riesgo personal, así que si te preocupa, habla con tu médico o profesional sanitario sobre tus opciones.
Riesgos de las nuevas variantes
Las variantes son otro motivo por el que la gente debe seguir vacunándose contra el covid. El coronavirus evoluciona constantemente. La mayoría de las veces, sus mejoras son incrementales. En esencia, se pone un sombrero o un bigote postizo, pero eso no basta para ocultarse por completo de nuestro sistema inmunológico o nuestras vacunas cuando intenta abrirse paso.
De vez en cuando, se hace un cambio de imagen. Se corta y tiñe el pelo, se hace una cirugía plástica y pierde un montón de peso, por así decirlo. Estos grandes cambios lo hacen irreconocible para nuestro sistema inmunológico y, a veces, para las vacunas y los fármacos que utilizamos para combatirlo.
Eso ocurrió durante la primera oleada de la variante ómicron. En Sudáfrica y Botswana surgió un virus totalmente distinto de los que estaban en circulación, pero que seguía causando covid-19. Se propagó rápidamente por todo el mundo, infectando a los vacunados. Rápidamente se extendió por todo el mundo, infectando por igual a personas vacunadas y previamente infectadas. La variante ómicron causó un impactante millón de infecciones al día en Estados Unidos en el invierno de 2021.
Otro virus similar ha aparecido en la escena mundial. Se llama BA.2.86, y tiene más de 30 cambios de aminoácidos en su proteína de la espícula, lo que lo hace tan distante genéticamente de su antepasado más cercano, BA.2, como la variante original de ómicron lo era de la cepa originaria del virus SARS-CoV-2 que surgió en 2019, en China.
En comparación con las primeras secuencias del virus causante del covid-19, presenta 58 cambios en los aminoácidos de su proteína de espícula, según el doctor Jesse Bloom, que estudia la estructura molecular de los virus en el Centro Oncológico Fred Hutchinson de Seattle.
Normalmente, estos pacientes tienen una función inmunitaria disminuida, por lo que no pueden eliminar completamente el virus de su organismo, pero tienen suficiente inmunidad como para presionar al virus a seguir cambiando para sobrevivir. O puede haber circulado previamente en una parte del mundo con una vigilancia limitada de variantes.
Los científicos han detectado 13 infecciones humanas con esta variante emergente confirmadas en seis países: Israel, Dinamarca, Reino Unido, Estados Unidos, Portugal y Sudáfrica. En todos los casos se desconoce el estado de los pacientes. De los casos de los que se dispone de información sobre los pacientes, uno ha sido hospitalizado y ninguno ha fallecido.
Las personas no parecen haber tenido contacto entre sí, y solo una viajó, lo que indica que la variante está presente en todo el mundo y se está propagando en la comunidad, aunque se desconoce en qué medida.
También se ha detectado en niveles muy bajos en aguas residuales de EE.UU., Suiza, Dinamarca y Tailandia.
Tampoco está claro si este virus superará a otras variantes circulantes y crecerá hasta causar infecciones generalizadas. Los cazadores de variantes de todo el mundo parecen haberlo detectado pronto.
Los investigadores están estudiando si será capaz de evadir la inmunidad de infecciones anteriores y de la vacunación. En unas semanas se dispondrá de más información.
Por desgracia, el hecho de que el nuevo coronavirus pueda transformarse de esta manera significa que probablemente tendremos que seguir actualizando nuestras vacunas y nuestra inmunidad para mantener el ritmo.
El Gobierno estadounidense implementó el Proyecto NextGen, cuyo objetivo es crear vacunas más duraderas y a prueba de variantes. Se espera que los primeros ensayos clínicos de esas nuevas vacunas comiencen este invierno boreal, según el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés).
Riesgos duraderos como covid prolongado
El Dr. Daniel Griffin, especialista en Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Columbia, afirma que a las personas con covid les preocupan tres cosas: “¿Voy a morir? ¿Voy a acabar en el hospital? Pero para la mayoría de la gente, es: ‘¿Voy a enfermar y permanecer enfermo durante muchos meses? ¿Voy a tener covid durante mucho tiempo?”
“Y para la mayoría de la gente, en realidad, ese es el riesgo más significativo”.
Los expertos señalaron que en la actualidad no existen muchos estudios de calidad sobre el riesgo de contraer covid prolongado.
Sobre la base de la ciencia que tenemos, dicen que el riesgo de complicaciones a largo plazo parece estar disminuyendo.
Según un estudio reciente, publicado antes de la revisión por pares, los pacientes que se infectaron con la variante ómicron del coronavirus notificaron menos afecciones poscovid que los que se infectaron durante la oleada de la variante delta. Pero parece que el riesgo no ha desaparecido del todo.
Otro estudio reciente realizado en Australia, de casi 23.000 personas con infecciones confirmadas por covid-19, entre julio y agosto de 2022, descubrió que el 18 % de las más de 11.000 que respondieron cumplían la definición de caso de covid prolongado. Los investigadores lo definieron como cualquier síntoma nuevo o continuo más de 90 días después de una infección por COVID-19.
Estudio descubre que los síntomas prolongados del COVID crean una mayor carga de discapacidad que el cáncerhttps://t.co/Wb86WHhyNN
— Futuro 360 (@futuro_360) August 21, 2023
Además, se trataba de un grupo con alta tasa de vacunación. Más del 94 % de las personas que respondieron a la encuesta habían recibido al menos tres dosis de la vacuna contra el covid-19. En este estudio, las mujeres, las personas con edades comprendidas entre los 50 y los 69 años, las personas que vivían en zonas rurales y las que habían recibido menos dosis de la vacuna eran más propensas a declarar haber tenido covid prolongado. El estudio se publicó como preimpresión antes de ser revisado por expertos externos.
Basándose en su experiencia en el tratamiento de pacientes con covid prolongado, Griffin afirma que el porcentaje indicado en el artículo australiano parece elevado. Según Griffin, después de vacunarse, el riesgo de contraer COVID prolongado desciende de entre 10 % y el 20 % a un solo dígito. El riesgo disminuye aún más si se utilizan antivirales como Paxlovid.
“Los principios generales son que cuanto más enfermo se está, cuanto más ingenuo se es inmunológicamente, mayor es la probabilidad de complicaciones agudas y crónicas, y esto se basa en múltiples estudios que demuestran que, en general, al principio de la pandemia, con las variantes originales, la gente tuvo más complicaciones agudas y crónicas”, afirmó el Dr. Peter Chin-Hong, especialista en Enfermedades Infecciosas de la Universidad de California en San Francisco.
Chin-Hong señaló que estudios recientes parecen demostrar que la proporción global de infecciones que dan lugar a problemas como COVID prolongado parece estar disminuyendo con el tiempo.
“Si nos fijamos en los estudios, el covid prolongado se está reduciendo a la mitad, y se han realizado múltiples estudios, como en el Reino Unido, la Oficina del Censo de EE. UU. y todos los demás, con las distintas variantes” que así lo demuestran, afirmó.
Riesgos de reinfección
Parece que siempre hay un “pero” con el covid-19, y aquí está: en toda la población, el riesgo de complicaciones crónicas derivadas de una infección puede estar disminuyendo, pero cada infección también aumenta las posibilidades de que una persona sufra daños duraderos. Un estudio reciente publicado en la revista Nature Medicine descubrió que las reinfecciones no son benignas. Cada infección adicional aumenta el riesgo de muerte, hospitalización y otros problemas a largo plazo.
Un estudio reciente financiado por los NIH, en el que se examinaron millones de historiales de pacientes para encontrar a personas que hubieran tenido una primera y una segunda infección por covid-19, corrobora estas conclusiones.
Entre más de 300.000 personas con reinfecciones, los investigadores descubrieron que el riesgo de padecer una enfermedad más grave era ligeramente mayor la segunda vez. Esta investigación también se publicó como preimpresión antes de la revisión por pares.
El autor del estudio, el Dr. Nathaniel Hendrix, investigador y científico de datos de la Junta Estadounidense de Medicina Familiar, dijo que se propuso refutar las conclusiones del estudio de Nature Medicine, que se basaba en un grupo de pacientes de más edad, en su mayoría varones, tratados a través del sistema de salud del Departamento de Asuntos de Veteranos. Algunos críticos consideraron que esta población no podía ser representativa del conjunto de Estados Unidos.
Hendrix se mostró sorprendido cuando su propio estudio reveló que el riesgo de enfermedad más grave no disminuía en absoluto en las personas que enfermaban por COVID-19 por segunda vez.
Hendrix afirma que esto le ha hecho pensárselo dos veces al tomar precauciones. “Creo que sigue valiendo la pena hacer todo lo posible para evitar infectarse”, afirmó.
Riesgos de COVID para los niños
Esta reducción general de las consecuencias poscovid para los pacientes parece aplicarse también a los niños.
Al principio de la pandemia, los especialistas en enfermedades infecciosas pediátricas estaban atentos a una complicación poco frecuente de la infección por covid-19 en niños llamada síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MIS-C, por sus siglas en inglés).
El MIS-C comienza entre dos y seis semanas después de una infección por COVID-19. Según los CDC, puede causar fiebre constante, así como más de uno de los siguientes síntomas: dolor de estómago, ojos rojos, diarrea, mareos, erupciones cutáneas o vómitos. El MIS-C puede ser grave, pero la mayoría de los niños mejoran con atención médica.
Un estudio publicado a principios de este año descubrió que por cada 100 niños hospitalizados con COVID-19 en 2021, hubo 17 hospitalizaciones por MIS-C, y algunos casos fueron mortales.
Estudios recientes sugieren que tanto el número como la gravedad de los casos de MIS-C han disminuido globalmente con el tiempo. Los estudios han demostrado que la vacunación reduce el riesgo aún más, en más del 90 %.
“Ahora, el riesgo es de aproximadamente el 6 % con [la variante] Ómicron, al menos según un estudio, y por tanto de aproximadamente la mitad” de lo que era antes, dijo Chin-Hong.
El riesgo de problemas a largo plazo tras el COVID-19 ha disminuido, según Griffin, pero para muchos no ha desaparecido.
Hace poco vio a una joven paciente con covid prolongado que rompió en llanto porque lleva enferma más de dos años y no parece mejorar.
El covid sigue pareciendo único en su capacidad de causar enfermedades prolongadas de esta manera. Griffin afirma que es posible que las personas que contraen la influenza contraigan un problema conocido como influenza prolongada, pero la proporción de personas que acaban padeciéndola es de aproximadamente el 1 %. Con el covid, en estos momentos, Griffin cree que esa cifra es de al menos el 5 %.
Es un riesgo lo bastante grande como para que la Dra. Kristin Englund, especialista en Enfermedades Infecciosas de la Clínica Cleveland de Ohio, diga que no debe descartarse.
“Incluso un caso leve de covid puede causar síntomas que duren semanas, cuatro meses o más, así que no es algo que yo me tomaría a la ligera”, afirma.
¿Cómo mantenerse a salvo?
La pandemia fue una especie de curso intensivo sobre cómo hacer frente a los virus respiratorios contagiosos. Los expertos afirman que las medidas de protección que adoptamos entonces deberían formar parte de nuestro modo de vida actual.
Sigue siendo importante utilizar mascarillas en espacios abarrotados y mal ventilados cuando las infecciones proliferan, y someterse a pruebas rápidas cuando se enferma para saber si es necesario tomar antivirales.
Todo el mundo puede beneficiarse de las vacunas y los antivirales, pero son especialmente importantes si se está en situación de alto riesgo: las personas mayores de 60 años, las embarazadas y las que padecen enfermedades subyacentes o toman medicación que reduce su inmunidad.
“Estas cosas no han cambiado en el último año”, afirma Ranney. “Es solo que todos pensábamos que esto ya había pasado. Ahora tenemos que volver a recordar lo que hicimos el otoño [boreal] pasado para ayudar a controlar el virus”.
La Dra. Ellie Murray, epidemióloga de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston, afirma que deberíamos tratar el covid al menos con la misma seriedad que la influenza: “no solo sopa de pollo, sino días de baja médica, reposo en cama, líquidos y reducción del contacto con otras personas mientras se está enfermo, además de vacunación y buena higiene para prevenir el contagio”.
Murray señala que solíamos pensar que no se podía hacer nada más contra la influenza y que el nivel de muertes anuales era el más bajo que se iba a alcanzar. La pandemia demostró lo contrario. “Podemos tener menos muertes por influenza, y disminuirlas es más fácil incluso que disminuir las muertes por covid”, dijo.
“Así que un enfoque mejor sería tratar tanto la influenza como el COVID como una nueva normalidad, que incluye todas las cosas que solíamos hacer para la influenza, pero también añade ventilación, uso de mascarillas, pruebas y tratamiento. Estas adiciones ayudarán a reducir la carga de enfermedad tanto para el COVID como para la influenza”.
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