Dormir mal de manera regular, con apnea y ronquidos, afecta a la salud del cerebro, como se evidencia en un nuevo estudio publicado en la revista Neurology.
El análisis, que incluyó a 4.496 personas, estableció que quienes dormían menos de cinco horas al día de media tenían tres veces más probabilidades de padecer un accidente cerebral con respecto a quienes dormían siete.
Además, las siestas largas de más de una hora y las no planificadas también se relacionaron con los infartos cerebrales, cuyo riesgo aumenta en un 88% de posibilidades de sufrir esta enfermedad en relación a quienes no realizan esta actividad.
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El estudio sostiene que estos hábitos del sueño no son causa directa de la enfermedad, sino que destaca una relación entre los comportamientos.
“Dormir poco puede estar asociado a factores de riesgo de ictus, como tensión alta, por ejemplo, pero puede ser también una señal de que existe otra enfermedad desconocida”, señaló la líder de la investigación, Christine McCarthy, de la Universidad de Galway, Irlanda.
Según la investigadora, son necesarios nuevos estudios para comprobar si incrementar el número de horas dormidas o reducirlas, dependiendo de si el paciente sufre un defecto o un exceso de sueño, “puede mejorar el riesgo de sufrir ictus”.
“Descubrimos que los síntomas de trastornos del sueño eran comunes y se asociaban con un aumento gradual del riesgo de accidente cerebrovascular. Estos síntomas pueden ser un marcador de un mayor riesgo individual o representar factores de riesgo independientes. Se justifican futuros ensayos clínicos para determinar la eficacia de las intervenciones del sueño en la prevención del accidente cerebrovascular”, se lee en el estudio.
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