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Lo que las personas comen también influye en el cambio climático, ya que la industria alimentaria es una de las grandes emisoras de gases de efecto invernadero. Frente a esta problemática, un grupo de investigadores españoles decidió estudiar el potencial de los insectos comestibles.

A través de un reporte publicado en la revista científica Food & Function, los expertos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) revelaron que las harinas hechas de animales como escarabajos, orugas, hormigas, langostas y grillos son una fuente de alimento sostenible.

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Asimismo, el equipo español sostuvo en un comunicado de prensa que estos insectos son proteínas saludables y recalcaron que podrían cumplir un rol importante en la prevención de enfermedades relacionadas a la hiperglucemia y la hiperlipidemia.

Los científicos llegaron a esta conclusión luego de analizar la composición nutricional, además de las propiedades tecno-funcionales y fisiológicas, de harinas elaboradas con seis especies de insectos. También estudiaron la “viabilidad sensorial” al agregarlas en alimentos de panadería.

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Las harinas mostraron buenas facultades tecno-funcionales y tuvieron una alta capacidad antioxidante, lo cual podría tener efectos fisiológicos beneficiosos. “Las de escarabajo y oruga destacan en estas propiedades”, manifestó la Dra. Yolanda Aguilera, directora del estudio.

“Los insectos para la alimentación humana (…) son una fuente sostenible de proteínas y grasas de calidad para alimentar a una población cada vez mayor, debido a que la huella ecológica de la cría de estos animales es considerablemente menor a la del vacuno o el porcino”, escribieron los autores.

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