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(CNN) – El estudio, de alto valor científico, fue relativamente sencillo en su diseño ya que lo que los autores hicieron fue contar el número de pacientes con COVID-19 internados en dos centros hospitalarios de Londres e indagar cuántos de ellos estaban infectados por la nueva variante B.1.1.7 y cuántos estaban infectados por otra.
Una vez averiguado ese dato, los investigadores procedieron a estudiar las historias clínicas de los pacientes y comparar la severidad de la enfermedad, la posibilidad de complicaciones y de morir entre los dos grupos de pacientes.
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La investigación estudió a 496 pacientes con COVID-19 que fueron admitidos a dos hospitales londinenses entre el 9 de noviembre y el 20 de diciembre de 2020. Todos ellos tuvieron un hisopado y diagnóstico con prueba molecular.
Las fechas de estudio se seleccionaron porque el primer paciente hospitalizado con la variante B.1.1.7 ingresó el 9 de noviembre de 2020, y la variante B.1.1.7 se volvió dominante en ambos hospitales el 20 de diciembre, coincidiendo esta fecha con un aumento repentino en hospitalizaciones que sobrecargaron la capacidad de los servicios de salud de la ciudad.
De los 496 pacientes hospitalizados, en 341 se hizo una secuencia de los genomas virales para estudiar sus mutaciones y saber si pertenecían a la variante B.1.1.7. Se encontró que 198 o 58% fueron de la variante británica y 143 o 42% no.
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La comparación de los cuadros clínicos de los dos grupos de pacientes reveló que ambos grupos —aquellos con la variante y aquellos sin ella— presentaron similar número de eventos graves y riesgo de muerte.
Al respecto, los datos demostraron que el 36% de pacientes con COVID-19 causado por la variante británica tuvo enfermedad grave o muerte, comparado con el 38% de aquellos con infecciones no causadas por la variante británica.
Del mismo modo, el 16% de los que tuvieron COVID-19 causado por la variante británica murió en los primeros 28 días de enfermedad, en comparación con 17% de los que tuvieron COVID-19 no causado por la variante británica.
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Los investigadores encontraron también que los pacientes con COVID-19 causado por la variante británica eran más jóvenes y tenían menos enfermedades asociadas o comorbilidades que aquellos con infección no causada por la variante británica.
En resumen, este estudio publicado en The Lancet Infectious Diseases, ha encontrado que la variante británica B.1.1.1.7 es más contagiosa, pero no causa una enfermedad grave ni más muertes que la versión original del nuevo coronavirus.
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