El origen de la variante Ómicron sigue siendo un misterio: aunque se observó por primera vez en Sudáfrica el pasado 24 de noviembre, países de Europa como Escocia han manifestado que tienen registros de casos con esta cepa mucho antes de aquella fecha (lee aquí).
Sin embargo, todos los expertos llegan a la misma conclusión: Ómicron posee una colección gigante de mutaciones únicas, además de compartir una serie de mutaciones con variantes anteriores, lo que produce a un agente viral capaz de permitir una replicación en el huésped.
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A pocos días de su identificación y presentando una nueva variante dominante, tanto Pfizer como Moderna anunciaron que iniciarán desde ya sus investigaciones y el trabajo de nuevas versiones de vacunas ARNm contra el COVID-19.
Por su parte, la farmacéutica Novavax anunció que producirán un nuevo tipo de preparado completamente diferente al primero desarrollado para combatir el SARS-CoV-2.
Se trata de una vacuna de subunidades proteicas que implica la ingeniería de células huésped -en este caso células de una polilla- con el objetivo de producir una gran cantidad de proteínas de espiga SARS-CoV-2. Luego, estas se cosechan y se moldean en una estructura que se asemeja a un coronavirus.
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En un comunicado, informaron que esperan comenzar con la producción en masa de esta nueva vacuna a más tardar en enero de 2022. “La evaluación basada en laboratorio de una nueva vacuna de nanopartículas combinada con cepas comenzará en unas pocas semanas“, destacan.
Novavax ha sido la última en ser implementada en todo el mundo, puesto que ha tenido un lento proceso de ensayos clínicos y de fabricación de la vacuna, una que demuestra ser eficaz contra todas las variantes, incluidas Alpha, Beta y Delta.
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