Los sueños y las pesadillas son unos de los mecanismos en que los niños y niñas procesan lo que piensan y sienten sobre las situaciones que afrontan. Algunas pesadillas pueden ocurrir cuando están estresados o afrontando un cambio importante para sus vidas.
Pero aquellos pequeños que experimentan pesadillas frecuentes tienen más probabilidades de que se les diagnostique la enfermedad de Parkinson a futuro, según un nuevo estudio liderado por investigadores de la Universidad de Birmingham.
Si bien el estudio no debería asustar a los padres y tutores legales, ya que hasta el 50% de los niños experimentan pesadillas de vez en cuando, no es la primera vez que los malos sueños y el deterioro cognitivo se relacionan de esta manera.
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— Futuro 360 (@futuro_360) February 27, 2023
Abidemi Otaiku, neurólogo clínico de dicha casa de estudios, llegó a esta conclusión al observar los datos del Estudio de Cohorte de Nacimiento Británico de la década de los 50′, que recopila información sobre todas las personas en Reino Unido que nacieron durante marzo de 1958.
De esta forma, entre 1965 y 1969, cuando los participantes tenían 7 y 11 años, sus padres fueron interrogados sobre la periodicidad de las pesadillas. Con posterioridad, Otaiku comparó estos datos con la información de seguimiento recopilada a los 50 años sobre el deterioro cognitivo y el Parkinson. En total, se incluyeron casi 7.000 personas: un 50% hombres y 50% mujeres.
El análisis reveló que los niños que padecían de “sueños angustiosos persistentes” tenían un 76% más de riesgo de experimentar deterioro cognitivo a los 50 años, en comparación con los niños que no reportaron tener malos sueños.
Las pesadillas causan trastornos del sueño, lo que a su vez podría conducir a la acumulación de proteínas viscosas en el cerebro asociadas con el deterioro cognitivo.
Por último, el estudio concluyó que “curiosamente, si alguna de estas hipótesis causales se confirmara, sugeriría que tratar los sueños angustiosos durante la infancia, o prevenirlos, podría convertirse en una estrategia de prevención primaria para la demencia y la enfermedad de Parkinson”.
El estudio fue publicado en la revista Lancet.
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