Los microplásticos, diminutas partículas de menos de 5 milímetros que resultan de la fragmentación de plásticos más grandes, y los aún más pequeños nanoplásticos, están presentes en prácticamente todos los rincones del planeta. Desde los océanos y la cima del Monte Everest hasta la Antártida, estos polímeros también se han encontrado en el cuerpo humano, generando una creciente preocupación entre la comunidad científica y médica.
Un estudio realizado por la Universidad de Newcastle, Australia, ha revelado que una persona podría ingerir una cantidad de microplásticos equivalente a una tarjeta de crédito cada semana. Estas minúsculas partículas no solo se dispersan por todo el cuerpo humano, sino que también se acumulan en tejidos vitales como los pulmones y la placenta. Sorprendentemente, pueden atravesar el torrente sanguíneo y ser excretadas a través de la leche materna. Esta ingesta constante y acumulación de microplásticos plantean serias implicaciones para la salud.
Recientemente, un estudio reveló la presencia de microplásticos en el tejido testicular, lo que añade una nueva dimensión a la preocupación. El análisis de muestras de 23 humanos y 47 perros encontró en promedio 329 microgramos de microplásticos por gramo de tejido en humanos, comparado con 122 microgramos en perros. Estas concentraciones significativas en los testículos humanos podrían estar vinculadas a la notable disminución del recuento de espermatozoides observada en las últimas décadas.
Según el Dr. José Ignacio Vinay, urólogo andrólogo del CLC, entre los 12 tipos de microplásticos identificados, el polietileno fue el más abundante tanto en humanos como en perros. Este polímero, comúnmente utilizado en la fabricación de bolsas y botellas de plástico, podría tener impactos aún desconocidos en la fertilidad y otros procesos reproductivos.
Además, los estudios han demostrado que los microplásticos están presentes en niveles alarmantes en productos de uso diario como las botellas de plástico, en contraste con menores concentraciones en el agua proveniente de cañerías o grifos.
Esta contaminación, evidenciada por investigaciones del Centro GEMA de la Universidad Mayor, subraya la omnipresencia de los microplásticos en nuestra vida cotidiana y su potencial daño acumulativo.
El problema de los plásticos ha alcanzado proporciones globales. La ONU, en su reciente mensaje del Día de la Tierra, enfatizó la urgencia de abordar la contaminación por plásticos, señalando que cada año se producen 430 millones de toneladas de plástico en todo el mundo.
En los perros estudiados, el PVC ha sido identificado como un factor asociado a la infertilidad, lo que apunta a la necesidad de investigaciones adicionales sobre los efectos de los microplásticos en el aparato reproductivo femenino.
La evidencia acumulada destaca la urgencia de enfrentar este desafío. La lucha contra la contaminación por plásticos no solo es un imperativo ambiental, sino también una cuestión de salud pública que requiere acciones globales coordinadas para reducir la producción y el consumo de estos materiales.
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