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(CNN) – Los científicos que trabajan con muestras de heces antiguas han encontrado microbios previamente desconocidos que podrían ayudar en la lucha contra enfermedades crónicas como la diabetes.
Los microbios vivían en los sistemas digestivos de nuestros antepasados, formando parte del antiguo microbioma intestinal humano, el cual difiere significativamente de los que se encuentran en las personas que viven en las sociedades industrializadas modernas.
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El microbioma es una combinación de hongos, bacterias y virus que reside en el intestino, principalmente en el grueso, ayudando a digerir los alimentos, combatir enfermedades y regular el sistema inmunológico. El nuevo estudio fue publicado en la revista Nature este miércoles.
Investigaciones previas establecieron una conexión entre las dietas preindustriales, una mayor diversidad en el microbioma intestinal y tasas más bajas de enfermedades crónicas, y el equipo se propuso reconstruir microbiomas intestinales humanos antiguos para investigar este vínculo.
La investigación en el campo se ha visto frenada por la falta de muestras de ADN bien conservadas, pero el equipo pudo realizar un análisis genético detallado de ocho muestras de heces humanas encontradas en México y el suroeste de los EE.UU., que datan de mil a 2 mil años atrás.
Joslin researchers, with help of indigenous peoples in the Southwest, compared feces of ancient Native Americans to modern samples to mark effect of industrialization on the microbiome. https://t.co/o8UnvnPJy7
— Joslin Diabetes (@JoslinDiabetes) May 12, 2021
Las heces fueron “exquisitamente conservadas” gracias a la extrema aridez de las áreas desérticas donde fueron encontradas, manifestó a CNN el investigador y autor del estudio Aleksandar Kostic del Joslin Diabetes Center en Boston.
Los investigadores reconstruyeron 498 genomas microbianos y concluyeron que 181 eran de humanos antiguos. De ellos, 61 no se habían encontrado previamente en otras muestras.
Luego, el equipo los comparó con los microbiomas intestinales actuales de poblaciones industriales y no industriales y descubrió que los antiguos están más cerca de los genomas no industriales de la actualidad.
Un estilo de vida no industrial se “caracteriza por el consumo de alimentos no procesados y de producción propia, el uso limitado de antibióticos y un estilo de vida más activo“, según el estudio, que utiliza muestras de Fiji, Madagascar, Perú, Tanzania y una comunidad indígena en el centro de México.
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Tanto los genomas no industriales antiguos como los modernos contienen más genes que se utilizan para metabolizar los almidones. Esto puede deberse a que las personas en estas sociedades consumían carbohidratos más complejos en comparación con las poblaciones industriales actuales.
“Cuando los microbios desaparecen o se extinguen, hay efectos en cadena sobre nuestra salud (…) Cuando se van, nos falta una pieza clave de lo que nos hace”, manifestó el experto.
Si bien el estudio está en una etapa temprana, Kostic espera que estos microbios reconstruidos puedan eventualmente usarse para reducir la tasa de afecciones crónicas como la obesidad o enfermedades autoinmunes. “Podríamos volver a sembrar personas con estos microbios asociados con los humanos”, dijo.
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