(CNN) – Los madrugadores pueden haber heredado variantes genéticas de los neandertales que aumentan sus probabilidades de ser mañaneros en lugar de vespertinos, según un nuevo estudio.
Aunque el reloj corporal humano es un rasgo complejo determinado por normas sociales y culturales, además de la genética, los neandertales, que evolucionaron en latitudes altas de Europa y Asia durante cientos de miles de años, podrían haberse adaptado mejor a las variaciones estacionales de la luz diurna que los primeros Homo sapiens, o humanos modernos, según un estudio publicado este jueves en la revista Genome Biology and Evolution. Los primeros humanos modernos evolucionaron en latitudes más cercanas al ecuador, en África, donde hay menos variación en las horas de luz.
Según los autores del estudio, es posible que la adaptación a los cambios en la cantidad de luz diurna se transmitiera a los primeros Homo sapiens a medida que salían de África hacia el norte y se encontraban y cruzaban con los neandertales, que se extinguieron hace unos 40.000 años. Y ese legado genético puede seguir influyendo hoy en día en la variación del reloj corporal y el cronotipo del ser humano, tanto si es un búho nocturno como una alondra matutina.
“En latitudes más altas es beneficioso tener un reloj corporal más capaz de anticiparse y cambiar para adaptarse a los cambiantes niveles de luz estacional. Tener un reloj ‘más rápido’ facilita esta capacidad y hace que los individuos tengan más probabilidades de madrugar“, afirmó Tony Capra, coautor del estudio y profesor asociado de Epidemiología y Bioestadística en el Instituto Bakar de Ciencias de la Salud Computacionales de la Universidad de California en San Francisco, que publica sus investigaciones bajo el nombre de John A. Capra.
“Sabemos por otras especies que viven en grandes latitudes que sus relojes circadianos suelen adaptarse a las diferencias en los ciclos de luz y oscuridad”, añadió por correo electrónico.
Análisis de ADN antiguo
Los investigadores que participaron en el estudio analizaron el ADN del genoma humano estándar, el de su homólogo neandertal y el de un denisovano, otro humano arcaico estrechamente emparentado con los neandertales. Al comparar los genes que influyen en los ritmos circadianos en el ADN arcaico y moderno, identificaron múltiples diferencias en el funcionamiento de los genes circadianos relacionados con el reloj corporal.
Para saber si algún ser humano vivo en la actualidad tiene estas variantes genéticas neandertales y cómo funcionan, los investigadores consultaron el Biobanco del Reino Unido, una base de datos médicos que contiene información genética y de salud de cientos de miles de personas, incluidos datos autodeclarados sobre si se consideran madrugadores.
“Esto nos permitió comprobar si los fragmentos de ADN neandertal que permanecen en las poblaciones modernas son más comunes en las personas madrugadoras“, explicó Capra.
“Descubrimos que el ADN neandertal que permanece en los humanos modernos debido al mestizaje tiene un efecto (…) significativo. En concreto, el ADN neandertal que se asocia con el cronotipo aumenta sistemáticamente la propensión a ser una persona madrugadora”.
Los científicos llevan estudiando las diferencias genéticas entre los humanos arcaicos y los modernos desde 2010, cuando se secuenció por primera vez el genoma neandertal. Ese mismo año, la secuenciación genética del ADN antiguo de un fósil también reveló a los denisovanos, desconocidos hasta entonces.
Algunos de los rastros genéticos dejados por los encuentros entre estas dos especies de humanos antiguos y los primeros Homo sapiens tienen relevancia médica hoy en día. Por ejemplo, una versión denisovana del gen llamado EPAS1 confiere una ventaja para la supervivencia a gran altitud y es común entre los tibetanos actuales.
Se ha descubierto que el ADN neandertal puede desempeñar un pequeño papel en el curso de la infección por covid-19, y un estudio publicado en junio señalaba un vínculo entre el ADN neandertal y la enfermedad de Duputytren, un engrosamiento anormal del tejido de la mano.
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