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La actividad física no solo es esencial para mantenernos en forma, sino que también es un poderoso aliado para nuestra salud mental. Estudios recientes han demostrado que el ejercicio regular puede ayudar a reducir los trastornos mentales y mejorar nuestro bienestar emocional.

Al realizar actividad física, liberamos un conjunto de cuatro químicos conocidos como el “cuarteto de la felicidad”. La serotonina, por ejemplo, influye en nuestra sensación de importancia, mientras que la endorfina actúa como un analgésico natural. La oxitocina, también llamada la “hormona de los abrazos”, nos ayuda a sentir cariño por nuestros seres queridos, y la dopamina nos brinda una sensación de placer y satisfacción. Todos estos químicos se liberan durante la actividad física, contribuyendo a nuestro bienestar general.

Pero los beneficios no se detienen ahí. La actividad física también juega un papel crucial en la prevención de enfermedades no transmisibles como el cáncer, la obesidad y la diabetes tipo 2. Además, ayuda a combatir la sarcopenia, la pérdida de masa muscular que ocurre naturalmente a medida que envejecemos, especialmente después de los 40 años.

La invitación es clara: debemos movernos más y dejar atrás el sedentarismo para aprovechar al máximo los beneficios que la actividad física nos brinda. Optar por tomar las escaleras en lugar del ascensor, usar la bicicleta en lugar del auto o simplemente dar un paseo pueden marcar la diferencia en nuestra salud y bienestar.

Además de los beneficios para nuestro propio cuerpo y mente, elegir formas más activas de desplazarnos también tiene un impacto positivo en el medio ambiente, reduciendo nuestra huella de carbono y contribuyendo a un mundo más sostenible.

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