La Dra. en Botánica Aparna Banerjee, académica de la Universidad Autónoma y parte del Instituto de Ciencias Aplicadas, visitó hace un par de semanas el territorio antártico, en el marco de un proyecto que desarrollará hasta 2025 con el Instituto Antártico Chileno (INACH), donde es la investigadora principal. Se trata del estudio de microorganismos que viven en ambientes extremos, con alta temperatura, y que podrían ayudar a desarrollar aditivos naturales por primera vez en Chile.
Banerjee estudia ambientes geotermales como volcanes, aguas termales y fumarolas, con el objetivo de entender cómo la comunidad bacteriana vive a alta temperatura. Esta vez investigó las fumarolas en Isla Decepción, un volcán activo ubicado en la región de las Islas Shetland del Sur en la Antártida.
“Esta es nuestra segunda campaña en la Antártida y claramente cada año cambia su belleza. Mientras que para el mundo la Antártida es un continente frío y blanco, estudiamos organismos que sobreviven incluso a temperaturas superiores a los 100° C. La comunidad microbiana es compleja y prácticamente no ha sido estudiada”, explica.
Banerjee lleva más de diez años trabajando en ecosistemas geotérmicos y microbios que sobreviven a temperaturas y condiciones ambientales extremas, como su pH, salinidad, presión y más. “Producen una gran variedad de enzimas, pigmentos y polisacáridos de importancia industrial que funcionan como catalizadores en el procesamiento de alimentos o como aditivos naturales”, explica la Dra. en Botánica.
Además, estos microbios son estructuralmente estables y tienen la capacidad de soportar las condiciones extremas de procesos de la industria alimentaria. “Los polisacáridos que estamos produciendo, con origen en las fumarolas antárticas, no solo muestran estabilidad de temperatura, sino que también muestran resultados prometedores como antioxidantes y agentes emulsionantes para ser utilizados como aditivos alimentarios naturales”, explica.
Dra. Aparna Banerjee
La oportunidad de los aditivos naturales
La Dra. Aparna Banerjee explica que Chile tiene un mercado creciente de alimentos en América Latina, donde el Departamento de Agricultura de Estados Unidos lo describe como un mercado maduro para la producción y comercialización de alimentos e ingredientes funcionales. Sin embargo, los aditivos funcionales son en su mayoría de origen sintético o de origen vegetal.
Esto, explica la Dra. Aparna Banerjee, puede traer efectos colaterales a largo plazo en la salud, pues los aditivos alimentarios artificiales están asociados con un mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer durante un uso prolongado. “El efecto toxicológico de los aditivos alimentarios sintéticos sobre la salud humana ya está bien documentado”, explica la Dra.
Los aditivos naturales representan, en este contexto, una alternativa más saludable y eficaz para procesar alimentos, y la clave podría estar en pequeños microorganismos que sobreviven a alta temperatura en la Antártida, y que podrían eliminar patógenos en alimentos.
“Existen varios beneficios al utilizar productos a base de microorganismos. No son dependientes de la estación, necesitan menos espacio, pueden regularse en biorreactores y, curiosamente, los microbios que crecen a altas temperaturas casi no tienen posibilidad de contaminación cruzada con patógenos que crecen a temperatura ambiente. Los bioproductos también son termoestables. En este sentido, nuestro grupo está trabajando por primera vez en Chile algo similar, sin embargo, a nivel mundial existen varios productores de aditivos microbianos a base de polisacáridos”, detalla Banerjee.
Actualmente, el proyecto se encuentra en su segundo año de ejecución, y el equipo que dirige la Dra. Banerjee ya ha aislado algunas muestras con prometedoras propiedades antioxidantes y emulsionantes. “Como nuestro proyecto tiene un punto de vista interdisciplinario, estamos cultivando en laboratorio aquellos microbios que están produciendo polisacáridos para su posible uso futuro como aditivos alimentarios (agentes antioxidantes y emulsionantes)”, explica la Dra. Aparna Banerjee, quien seguirá trabajando en el proyecto durante los próximos dos años.
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