Amber Pearson, una mujer estadounidense de 34 añoss, recibió un revolucionario implante cerebral para tratar su Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y epilepsia.
El hito se logró a raíz de una sugerencia de la propia Pearson a su médico, después de que este ofreciera implantarle un dispositivo de 32 milímetros en el cerebro, para tratar sus ataques epilépticos.
El médico le aseguró que el dispositivo sería capaz de detectar lo que provocaba los ataques, enviando un pulso para interferir con ellos.
Fue en ese momento, cuando Pearson sugirió que hiciera lo mismo, pero con su TOC.
“Fue su idea decir: ‘Bueno, ya que vas a entrar en mi cerebro y poner este cable, y como tengo TOC, ¿puedes poner un cable para mi TOC?‘”, recuerda Ahmed Raslan, el neurocirujano que realizó la operación.
Para poder aislar efectivamente la actividad cerebral asociada a su TOC, los profesionales expusieron a Pearson a estresores, y grabaron los marcadores eléctricos. Tras esto, configuraron el implante para que reaccionara a esa señal específica.
De esta manera, Pearson y los médicos lograron crear el primer implante en tratar tanto la epilepsia como el TOC en el mundo. Según Raslan: “Es el único dispositivo en el mundo que trata dos condiciones”.
“Y está programado de manera independiente, por lo que el programa para la epilepsia es diferente al programa para el TOC”, explicó el neurocirujano a AFP.
De acuerdo con Raslan, se busca explorar las posibilidades de esta técnica, con un estudio en desarrollo en la Universidad de Pennsylvania, y de esta forma ayudar a los más de dos millones de personas con TOC en Estados Unidos.
Si bien los implantes cerebrales no son nada nuevo, dado que los doctores llevan usándolos por décadas para estudiar el cerebro, con los recientes avances tecnológicos se han convertido en una realidad más inmediata.
Este año, la empresa de Elon Musk Neuralink realizó su primer implante humano, tras una serie de desafíos y de controversias.
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