A lo largo de la historia, los hábitos alimenticios han evolucionado, pasando de los cazadores-recolectores que enfrentaban períodos de ayuno a la abundancia de alimentos en la actualidad.
Con el surgimiento de la agricultura y las sociedades industrializadas, nuestros patrones de alimentación han cambiado significativamente, desplazando la hora de la cena hacia momentos más tardíos para adaptarse a horarios laborales.
Hoy en día, con un acceso constante a la comida, los períodos prolongados de ayuno son raros, a menos que busquemos perder peso o sigamos prácticas religiosas. En lugar de ello, hemos adoptado la costumbre de realizar múltiples comidas al día, con un énfasis en el consumo calórico más tarde en la jornada.
No obstante, investigaciones recientes señalan que la salud no solo se ve afectada por lo que comemos, sino también por cuándo lo hacemos.
El horario de las comidas también afecta nuestra salud
Nuestro reloj biológico interno, el reloj circadiano, regula no solo nuestros ciclos de sueño, sino también cuándo nuestro cuerpo está mejor preparado para recibir alimentos.
Este reloj biológico nos insta a consumir alimentos durante el día, cuando la digestión, la absorción de nutrientes y el metabolismo energético están óptimamente activos. Comer en desacuerdo con este reloj, como hacerlo frecuentemente durante la noche, puede afectar negativamente nuestra salud.
Patrones de alimentación caóticos, como las cenas nocturnas, se han relacionado con el aumento de peso y un mayor riesgo de enfermedades metabólicas.
¿Es el ayuno intermitente bueno?
En este contexto, el ayuno intermitente ha ganado popularidad como una alternativa nutricional. Esta práctica se enfoca en restringir el tiempo en el que consumimos alimentos, en lugar de controlar su contenido o cantidad. Una de las variantes consiste en limitar el consumo calórico a un intervalo constante de 8 a 12 horas, o incluso en un período más corto, cada día.
A pesar de los beneficios observados en estudios con ratones, su aplicación directa a los humanos es más compleja. Mientras se han registrado mejoras en la salud, los resultados en términos de pérdida de peso han sido menos concluyentes.
Algunos estudios sugieren que los beneficios están vinculados más a la reducción de calorías que a la restricción de tiempo en sí.
En resumen, el artículo de The Conversation dice que aunque el ayuno intermitente puede ofrecer beneficios para la salud, su relación con la pérdida de peso es menos definitiva. Para mantener un peso saludable y promover el bienestar general, es importante seguir patrones regulares de alimentación alineados con nuestro ritmo circadiano.
Como siempre, se recomienda buscar la guía de un profesional de la salud antes de realizar cambios significativos en la alimentación.
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