Las personas que residan por más de cinco años, en suelos que contengan concentraciones de arsénico que superen la norma italiana (20 mg/kg) tienen 2,8% de posibilidades de presentar alteraciones en el normal funcionamiento del gen p53 que las que viven en ambientes con menor niveles de metales pesados.
Un equipo de investigadores liderado por la directora del Centro Interdisciplinario de Estudios en Salud (CIESAL) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso, Eva Madrid, luego de nueve años de estudio, llegó a esta conclusión al analizar las inmediaciones de la denominada “zona de sacrificio” situada entre las comunas de Quintero y Puchuncaví.
El material genético del denominado “guardián del genoma”, vigila la duplicación celular al activar mecanismos de seguridad que evitan el crecimiento desordenado de las células y puede ser afectado en personas expuestas crónicamente a altas concentraciones de metales pesados.
“Este hallazgo permite entender los riesgos que involucra vivir en las zonas contaminadas de Quintero y Puchuncaví. Hay mucha información mediática, pero no evidencias de daño a la salud. Se debe promover investigación que genere evidencia sobre si se produce o no daño a la salud humana y de animales”, señaló la directora del CIESAL a El Mercurio.
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El estudio, publicado en la revista alemana Enviromental Science and Pollution Research, comprobó que al interior de las células de las personas de las zonas contaminadas de las comunas de Quintero y Puchuncaví ocurre con más frecuencia el proceso de “metilación aberrante” en el gen guardián del genoma, un mecanismo biológico normal destinado a reprimir ciertas expresiones genéticas indeseadas, pero que en este caso no se expresa la proteína supresora del cáncer, que debería estar presente en los humanos.
“Quien sufra esa anomalía celular, queda más vulnerable ante el cáncer”, agregó Eva Madrid.
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