(CNN) – Las vacunas, las variantes, la inmunidad natural y las mejores opciones de tratamiento hacen que enfermar por COVID-19 ahora no sea lo mismo que hace uno o dos años.
Pero para millones de personas que contrajeron el virus incluso en los primeros meses de la pandemia, el impacto de la enfermedad persiste.
Hasta uno de cada cinco adultos que se recuperó de una infección por COVID-19 ha experimentado al menos una afección médica relacionada con el COVID de larga duración o COVID prolongado, según un estudio publicado este martes por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).
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Esta cifra se eleva a uno de cada cuatro en las personas de 65 años o más. Los investigadores descubrieron que las afecciones más comunes entre todos los adultos eran los síntomas respiratorios y el dolor musculoesquelético.
Además, los pacientes de COVID tenían el doble de probabilidades que el resto de personas de padecer afecciones pulmonares.
A pesar de la gran atención científica prestada a la comprensión del COVID-19 y al desarrollo de vacunas y tratamientos, los expertos sanitarios siguen aprendiendo sobre el COVID prolongado, uno de los fenómenos más inusuales y perjudiciales de la pandemia.
Ni siquiera sabemos cuántas personas lo padecen. Las estimaciones de la frecuencia de los síntomas de COVID a largo plazo oscilan entre el 5% y el 80%, según los CDC. Las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud oscilan entre el 10% y el 20%.
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Los investigadores de los CDC analizaron los historiales médicos de más de 350.000 personas que dieron positivo entre marzo de 2020 y noviembre de 2021, por lo que su nuevo estudio ofrece una valiosa pista para conocer la prevalencia de la enfermedad.
Otro avance vino de un estudio escocés, publicado el lunes, que encontró que los casos más graves de COVID-19 pueden causar daños a largo plazo en una serie de órganos.
Según el estudio, en el que se siguió la evolución de 159 personas durante un año después de su estancia en el hospital, la inflamación del corazón se convirtió en un problema constante para uno de cada ocho pacientes hospitalizados por COVID-19.
La inflamación en todo el cuerpo y los daños en los riñones también fueron comunes. Y el estudio respaldaba otras investigaciones que indicaban que las mujeres tienen más riesgo de sufrir COVID de forma prolongada que los hombres.
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“El COVID-19 es una enfermedad multisistémica, y nuestro estudio demuestra que las lesiones en el corazón, los pulmones y los riñones pueden observarse después de la hospitalización inicial en las exploraciones y los análisis de sangre”, dijo Colin Berry, el profesor de cardiología que dirigió el estudio de la Universidad de Glasgow. Berry añadió que sus hallazgos “cubren una brecha de conocimiento vital” en nuestra comprensión del COVID prolongado.
Investigaciones anteriores sugieren que una pequeña parte de las personas que ahora viven con COVID prolongado pueden no haber mostrado ningún síntoma de COVID-19 cuando se infectaron inicialmente, o haber tenido síntomas leves o inusuales.
El mes pasado, el presidente de EE.UU., Joe Biden, dio a conocer un nuevo impulso para detectar y tratar el COVID prolongado, que incluye la concienciación de la enfermedad como posible causa de discapacidad.
Pero lo único cierto es que el COVID prolongado es imprevisible e, incluso a estas alturas de la pandemia, sigue siendo una especie de enigma científico.
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