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Hace algunas semanas la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) confirmó el vínculo entre los casos de coágulos de sangre y la administración de la vacuna AstraZeneca, que 62 personas sufrieron y 18 murieron por esta afección.

Además, hace algunos días autoridades sanitarias de Estados Unidos hicieron un llamado para que se suspenda la vacunación de la dosis de Johnson & Johnson debido a seis casos de trombos.

Es por ello que un equipo de investigación de la Universidad de Liverpool, de Reino Unido, analizaron los raros casos de coágulos de sangre en el cerebro y los bajos niveles de plaquetas observados en algunos pacientes luego de inocularse con las vacunas contra COVID-19.

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El equipo señaló que es importante detectar con rapidez este nuevo síndrome de trombosis y trombocitopenia inducidos por vacunas (VITT), además, de crear enfoque de tratamiento particular.

Sin embargo, enfatizan que la vacunación sigue siendo clave como una ruta para terminar la pandemia.

La profesora Marie Scully y el Dr. Will Lester de la University Hospitals Birmingham NHS Foundation Trust fueron los primeros médicos en Reino Unido en detectar el vínculo entre la vacuna AstraZeneca y los casos de trombos con un recuento bajo de plaquetas.

Antes de identificar una prueba de diagnóstico correcta para el síndrome VITT, recomiendan un nuevo enfoque de tratamiento para evitar el uso del anticoagulante heparina. 

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La investigación, que fue dirigida por Scully, estudiaron a los 23 pacientes que presentaron VITT luego de la vacuna, y señalan que ningún paciente padecía de enfermedades subyacentes que los hubiera predispuesto a la formación de coágulos de sangre. 

Los análisis confirmaron la presencia del anticuerpo PF4 (factor planetario 4) en 21 de los 23 casos. Estos anticuerpos generalmente se desencadenan en raras ocasiones como respuesta al fármaco anticoagulante heparnia, síndrome conocido como trombocitopenia inducida por heparina (TIH).

Pero los pacientes no recibieron heparina, es por ello que los investigadores concluyen que se trataba de un síndrome dependiente de PF4, independiente de la heparina en el contexto de la vacuna AstraZeneca.

Pese a ser un efecto secundario muy raro, este problema de coágulos en el cerebro y en otras partes combinado con anomalías sanguíneas después de la vacunación con COVID-19, es extremadamente importante. “Es fundamental que comprendamos los mecanismos de la enfermedad para que podamos proporcionar el mejor tratamiento para los pacientes“, explicó el profesor Tom Solomon, co-autor de la investigación.

El estudio fue publicado en la revista New England Journal of Medicine.

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