Lou Carreras: Generación covid-19 y secuelas en los niños y jóvenes (12:14)
El equipo señala que los niños y niñas que reciben castigos corporales tienen más probabilidades de desarrollar ansiedad, depresión, problemas de conducta y otros problemas de salud mental. “Pero muchas personas no piensan en los azotes como una forma de violencia“, dijo John L. Loeb, director del Laboratorio de Estrés y Desarrollo del Departamento de Psicología e investigador principal del estudio.
Es por ello que investigadores de la Universidad de Harvard quisieron examinar el impacto de las nalgadas a un nivel neurobiológico, en términos de cómo se está desarrollando el cerebro.
Para ello, basaron su reciente estudio en investigaciones existentes que muestran una mayor cantidad de actividades cerebral en los niños que experimentan abuso en respuesta a señales de amenaza.
Analizaron los datos de 147 niños entre 10 y 11 años que habían experimentado nalgadas como castigos, excluyendo a niños que experimentaron formas más severas de violencia.
Cada niño fue monitoreado por una máquina de resonancia magnética, donde cada menor debía mirar diferentes imágenes que se mostraban, donde aparecían actores haciendo caras “temerosas” y “neutrales”.
El escáner capturó las actividades cerebrales en respuesta cada fotografía y se analizaron para determinar algún patrón de actividades cerebral entre niños que recibieron nalgadas y quienes no.
El estudio descubrió que aquellos niños niñas que recibieron nalgadas tienen una mayor respuesta neuronal en múltiples regiones de la corteza prefrontal (PFC), incluso en aquellas regiones que forman parte de la red de prominencia.
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Explican que estas áreas del cerebro responde a las señales del entorno que tienen en consecuencias, como una amenaza, y puede afectar la forma en que los niños y niñas pueden tomar sus descisiones y el procesamiento de situaciones.
Debido a los resultados el equipo señaló que es el primer paso hacia realizar un análisis interdisciplinario de los posibles efectos que producen las nalgadas en el desarrollo cerebral y las experiencias vividas de los niños.
El estudio fue publicado en la revista Child Development.
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