Científicos encontraron pequeñas partículas contaminantes al interior del tronco encefálico de personas jóvenes, siendo vinculados a un daño molecular que podría gatillar la enfermedad de Alzheimer o Parkinson.
Si el impresionante descubrimiento es confirmado por investigaciones futuras, tendría implicancias globales, ya que el 90% de la población mundial vive en condiciones atmosféricas malas.
Los expertos de la salud son cuidadosos en relación con estos hallazgos, por lo que aseguraron que, a pesar de que las nanopartículas pueden gatillar ciertos daños, no saben aún si éstos podrían causar enfermedades degenerativas.
Ya existe suficiente evidencia sobre que una mayor exposición a los contaminantes aéreos incrementan las posibilidades de padecer enfermedades neurológicas, pero la significancia del nuevo estudio es que demuestra el mecanismo físico detrás del daño.
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Los investigadores descubrieron una cantidad abundante de nanopartículas en los troncos encefálicos de 186 personas jóvenes de Ciudad de México que murieron repentinamente entre las edades de 11 meses y 27 años, y quienes posiblemente absorbieron las toxinas luego de haberlas respirado.
Las nanopartículas están estrechamente asociadas con proteínas anormales que indican la presencia de Alzheimer, Parkinson y enfermedades neuromotrices. Las proteínas aberrantes no fueron vistas en el cerebro de personas de la misma edad de áreas menos pobladas.
“Es aterrador ya que, incluso en infantes, hay neuropatologías en el tronco encefálico”, aseguró la profesora Barbara Maher, investigadora de la Universidad de Lancaster (Reino Unido) y parte del equipo de investigación a The Guardian.
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“No podemos probar la causalidad hasta el momento, pero ¿podrías esperar que estas partículas de metal se queden inertes y sin provocar daños en el cerebro? Pareciera que estas nanopartículas están provocando daños neurodegenerativos”, aseguró Maher.
La especialista aseguró que el trabajo entrega una hipótesis que ahora debe ser probada. Por ejemplo, el daño al tronco encefálico podría estar afectando el movimiento de control y el caminar de las personas jóvenes, lo que podría correlacionarse con la exposición directa a estas tóxicas nanopartículas.
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