Científicos en los Países Bajos han logrado un avance significativo al crear modelos de cerebro humano en miniatura directamente a partir de tejido cerebral fetal, eludiendo la necesidad de inducir la proliferación masiva de células madre.
Este logro, liderado por investigadores del Centro Princesa Máxima y el Instituto Hubrecht, marca un hito en la investigación de organoides cerebrales.
Experimentos científicos y la ética profesional
A diferencia de los métodos anteriores que dependían de células madre para cultivar “minicerebros”, este enfoque utiliza pequeños fragmentos de tejido cerebral fetal, obtenidos de abortos electivos y siguiendo estrictas normas éticas.
La autoorganización de estos fragmentos resulta en la creación de estructuras tridimensionales complejas con diferentes tipos de células cerebrales, incluyendo neuronas y glía radial.
El profesor Hans Clevers, pionero en la investigación de organoides en el Instituto Hubrecht, destaca la importancia de este logro al afirmar: “Hasta ahora, pudimos obtener organoides de la mayoría de los órganos humanos, pero no del cerebro; es realmente emocionante que ahora también hayamos podido superar ese obstáculo”.
Lo más intrigante es la presencia de la glía radial, una característica específica de los humanos que no se encuentra en modelos de roedores. Este tipo de célula de soporte es crucial para el desarrollo cerebral y ofrece una perspectiva más fiel al estado de desarrollo natural.
El organoide cerebral resultante, del tamaño de un grano de arroz, demostró una sorprendente longevidad, manteniéndose vivo durante más de seis meses y respondiendo a señales químicas similares a las de un cerebro vivo. En comparación, los organoides derivados de células madre apenas sobreviven más de 80 días.
Además, el equipo pudo manipular genéticamente los organoides para simular tumores cerebrales y probar medicamentos en ellos, ofreciendo nuevas oportunidades para entender y abordar enfermedades cerebrales y trastornos neurodesarrollados.
Este avance no solo amplía nuestro conocimiento sobre el desarrollo cerebral humano, sino que también podría arrojar luz sobre condiciones como la microcefalia y el cáncer cerebral infantil, derivados de anomalías en el proceso de desarrollo cerebral.
La investigación fue publicada en la revista Cell.
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