A lo largo de la pandemia, son varios los estudios que han analizado los efectos del COVID-19 en la salud mental y el diario vivir, sin embargo, las investigaciones enfocadas solo en mujeres han dejado a este grupo un poco más vulnerable y desinformado sobre los posibles efectos negativos.
Hace algunas semanas conocimos que el proceso de inoculación sí altera el período de menstruación, mientras que otros han confirmado que las vacunas no afectan a la fertilidad. Varios han destacado estos preparados en el marco que frente a una infección, la leche materna es capaz de traspasar anticuerpos a los hijos.
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Para determinar si una infección grave puede afectar el proceso de parto de una mujer, investigadores estudiaron a 4.436 mujeres embarazadas hospitalizadas en Reino Unido entre el 1 de marzo de 2020 hasta el 31 de octubre de 2021. De ellas, un 12,9% tenían COVID grave.
El estudio, publicado en Acta Obstetricia et Gynecologica Scandinavica, demuestra que esta infección aumenta el riesgo de parto por cesárea antes de la fecha estipulada, como un parto prematuro o muy extremo, un parto en que el bebé fallezca y la necesidad de que pueda ingresar en una unidad neonatal.
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Asumimos, detallan que las mujeres mayores de 30 años, con sobrepeso y obesidad, con etnia mixta o con diabetes gestacional, tienen mayores riesgos de tener un resultado adverso relacionado con el embarazo, en comparación a aquellas mujeres con una infección leve o moderada.
“Este nuevo análisis muestra que ciertas mujeres embarazadas ingresadas en un hospital con COVID-19 enfrentan un riesgo elevado de enfermedad grave. Sin embargo, muestra una vez más el efecto fuertemente protector de la vacunación contra enfermedades graves y los resultados adversos tanto para la madre como para el bebé”, detalló Marian Knight, autora principal del estudio e investigadora de la Universidad de Oxford.
Este tipo de estudios enfatiza la importancia de que los gobiernos garanticen y promuevan la inoculación en personas de riesgo.
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